Un reciente estudio publicado en Current Developments in Nutrition ha explorado en profundidad la relación entre el consumo de pan y el riesgo de desarrollar cáncer. Esta investigación, basada en una revisión exhaustiva de estudios previos, arroja luz sobre un alimento básico global que, aunque aporta importantes nutrientes, también puede contener compuestos formados durante su procesamiento que han generado preocupación en la comunidad científica.

El pan, especialmente los tipos integrales, se reconoce como una fuente de fibra, antioxidantes e ingredientes bioactivos. Sin embargo, procesos como el horneado pueden generar acrilamida, un compuesto clasificado por la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer (IARC) como “probablemente cancerígeno para los humanos” desde 1994. Aunque estudios en animales han demostrado una relación entre niveles elevados de acrilamida y el cáncer, las investigaciones epidemiológicas en humanos han arrojado resultados inconsistentes.

El equipo de investigadores revisó más de 2,000 registros en bases de datos científicas como MEDLINE y PubMed, seleccionando 24 estudios que cumplían criterios estrictos. Estos abarcaron una población de 1.88 millones de adultos en su mayoría europeos, además de cohortes en Japón y Estados Unidos. Los estudios incluyeron una amplia variedad de tipos de pan, desde blanco hasta integral, pasando por variedades de centeno y panes con alto contenido de fibra.

En el análisis, se observó que el consumo elevado de panes integrales o de centeno estaba relacionado con una menor incidencia de ciertos tipos de cáncer, como el colorrectal. Aumentar la ingesta de estos panes en una rebanada diaria redujo entre un 4% y un 12% el riesgo de cáncer colorrectal en varias cohortes. Por el contrario, el consumo de pan blanco mostró asociaciones más consistentes con un mayor riesgo, en particular para cánceres de colon y recto, con incrementos de hasta el 35% en algunos casos.

El impacto del pan también varió según el tipo de cáncer estudiado. En el caso del cáncer de mama, los resultados fueron más heterogéneos. Una cohorte indicó que el consumo elevado de pan con alto contenido de fibra estaba asociado con una reducción del 25% en la incidencia, mientras que otra encontró que el consumo diario de pan de centeno aumentaba el riesgo en un 80%. Para otros tipos de cáncer, como los de endometrio, estómago, pulmón u ovario, no se detectaron asociaciones significativas.

El estudio destacó que casi el 90% de los resultados revisados no mostraron un vínculo claro entre el consumo de pan y una mayor incidencia o mortalidad por cáncer. Es más, en análisis específicos de mortalidad, los resultados sugirieron que un mayor consumo de panes ricos en fibra e integrales podría incluso estar relacionado con una reducción del riesgo.

Sin embargo, los investigadores reconocieron varias limitaciones. Entre ellas, la superposición de cohortes y posibles sesgos de publicación, además de la influencia de hábitos alimentarios regionales, como el predominio del pan blanco en ciertas culturas. Pese a estas limitaciones, los resultados fueron consistentes en distintos escenarios.

El hallazgo más llamativo del metanálisis es que el pan integral, aunque podría contener más acrilamida debido a su proceso de fabricación, compensa cualquier posible riesgo gracias a sus componentes beneficiosos, como fibra y antioxidantes. Esto contrasta con el pan blanco, cuya composición no ofrece los mismos niveles de protección frente al cáncer.

El estudio refuerza la idea de que la calidad del pan consumido es más relevante que su simple inclusión en la dieta. Elegir panes integrales o ricos en fibra puede ser una estrategia efectiva no solo para reducir riesgos relacionados con ciertos tipos de cáncer, sino también para mejorar la salud general.

Estos resultados subrayan la importancia de adoptar una dieta balanceada y basada en alimentos mínimamente procesados. Si bien el pan sigue siendo un alimento básico esencial, esta investigación proporciona una base científica para realizar elecciones informadas que promuevan la salud a largo plazo.