Un reciente estudio de la Escuela de Medicina Icahn del Monte Sinaí en Nueva York ha revelado diferencias significativas en la modificación del ARN entre el tejido cerebral post-mortem y las muestras de pacientes vivos.

Este hallazgo publicado en la revista Nature Comunications abre nuevas puertas para el diagnóstico y tratamiento de enfermedades. Los investigadores se centraron en cómo las bases específicas de adenosina (A) se transforman en inosina (I) en el ARN mensajero, un proceso crítico que puede cambiar significativamente el producto final del ARN.

Michael Breen, un genómico involucrado en el estudio, señaló que “la investigación de la edición A-I en el cerebro de los mamíferos se había limitado al análisis de tejidos post-mortem”. Sin embargo, al utilizar muestras frescas de individuos vivos, el equipo descubrió diferencias significativas en la actividad de edición del ARN que los estudios anteriores podrían haber pasado por alto.

El proceso de transcripción y traducción de genes implica copiar las secuencias del ADN en ARN mensajero, que luego se traduce en proteínas. Este sistema ha evolucionado durante miles de millones de años, permitiendo a las células modificar el ARN mensajero para satisfacer diferentes necesidades. Algunas especies, como ciertos cefalópodos, pueden reescribir las instrucciones genéticas de su cerebro en respuesta a diversas situaciones.