Eequipo de investigadores ha desarrollado un innovador método anticonceptivo que podría transformar la manera en que millones de mujeres en todo el mundo acceden a la planificación familiar.

Se trata de un implante anticonceptivo autoensamblable que puede administrarse mediante una inyección, ofreciendo una alternativa más accesible a los métodos actuales.

Según un estudio publicado en la revista Nature Chemical Engineering, esta tecnología, llamada SLIM (microcristales inyectables autoensamblables de acción prolongada), combina la facilidad de uso de las inyecciones con la efectividad de los implantes subdérmicos tradicionales.

A diferencia de las inyecciones anticonceptivas convencionales, que deben aplicarse cada tres meses, SLIM podría ofrecer protección por períodos más prolongados, lo que reduce la necesidad de visitas médicas frecuentes.

El sistema funciona mediante la administración de diminutos cristales de levonorgestrel, una hormona anticonceptiva ampliamente utilizada. Una vez inyectados en el cuerpo, estos microcristales se agrupan y forman un pequeño depósito que libera gradualmente la sustancia durante meses o incluso años, dependiendo de la formulación utilizada.

La doctora Vivian Feig, ingeniera mecánica de la Universidad de Stanford y coautora del estudio, explicó que el objetivo principal de este avance es brindar a las mujeres más opciones de anticoncepción que sean accesibles y compatibles con diferentes contextos sociales y económicos.

“Buscamos desarrollar métodos que sean fáciles de administrar y que puedan adaptarse a distintas necesidades y realidades, especialmente en regiones donde el acceso a infraestructura médica es limitado”, afirmó en un comunicado del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT).

Uno de los principales retos en el diseño de este nuevo método ha sido la comodidad en la aplicación. A diferencia de los implantes convencionales, que requieren una pequeña intervención quirúrgica, SLIM se administra con una aguja.

Desafío en la aplicación de la inyección

Sin embargo, la viscosidad de la sustancia inyectada y el tamaño de la aguja han representado un desafío técnico.

“El tamaño de la aguja y la facilidad de aplicación son factores clave para que un método anticonceptivo inyectable sea viable”, explicó Giovanni Traverso, autor principal del estudio y especialista del MIT y el Hospital Brigham and Women’s.

“Nos enfocamos en encontrar una solución que minimice el dolor y los efectos secundarios, como hematomas o sangrado”.

Para ello, los investigadores combinaron los microcristales con un disolvente especial, el benzoato de bencilo, que permite reducir la viscosidad de la mezcla sin comprometer su eficacia. Esta innovación hace posible el uso de agujas más pequeñas, lo que facilita la autoadministración del medicamento y mejora la experiencia de las usuarias.

Además de su potencial en anticoncepción, la tecnología SLIM podría aplicarse en otros tratamientos médicos que requieren administración prolongada de fármacos, como la prevención del VIH y otras terapias hormonales.

Según el estudiante de posgrado del MIT, Sanghyun Park, esta plataforma tiene la capacidad de adaptarse a diferentes necesidades terapéuticas, permitiendo modificar la velocidad de liberación del medicamento según el tratamiento requerido.

Aunque el sistema SLIM aún no ha sido sometido a ensayos clínicos en humanos, los resultados en modelos preclínicos han sido prometedores. Los investigadores continúan trabajando en la optimización del método y en los procesos regulatorios necesarios para su futura comercialización.

Si bien todavía hay un camino por recorrer antes de que esta tecnología esté disponible para el público, su desarrollo representa un paso significativo hacia la creación de métodos anticonceptivos más accesibles, eficaces y cómodos para millones de mujeres en el mundo.