La diverticulitis representa uno de los trastornos digestivos más comunes en países occidentales, afectando particularmente a personas mayores de 40 años. Esta condición inflamatoria ocurre cuando pequeñas bolsas o sacos que se forman en las paredes del colon, conocidas como divertículos, se inflaman o infectan.
Aunque muchas personas desarrollan divertículos sin presentar síntomas (una condición llamada diverticulosis), aproximadamente el 25% de ellas experimentará al menos un episodio de diverticulitis a lo largo de su vida, según datos de instituciones médicas especializadas en gastroenterología.
Durante décadas, la comunidad médica ha debatido sobre el papel de la alimentación en el manejo de esta enfermedad. Antiguamente, se creía que ciertos alimentos podían “atascarse” en los divertículos y provocar inflamación, pero investigaciones recientes han modificado significativamente estas recomendaciones.
Sin embargo, durante un episodio agudo de diverticulitis, la dieta juega un papel crucial en la recuperación, y conocer qué alimentos evitar puede marcar la diferencia entre una recuperación rápida y complicaciones potencialmente graves.
Alimentos prohibidos en fase aguda
Cuando se presenta un brote activo de diverticulitis, los especialistas son enfáticos: la fibra debe eliminarse temporalmente de la dieta. Esto incluye verduras crudas, frutas con piel, cereales integrales y legumbres. El intestino inflamado necesita descansar, y estos alimentos requieren un esfuerzo digestivo considerable que puede empeorar los síntomas. Los médicos frecuentemente recomiendan una dieta líquida clara durante las primeras 48 a 72 horas, que excluye jugos con pulpa, lácteos y cualquier sólido.
Las semillas y frutos secos también generan controversia. Aunque estudios recientes han desmentido el mito de que estos alimentos causan diverticulitis, durante un episodio agudo se recomienda evitarlos. Cotufas, semillas de girasol, chía, sésamo y frutos secos como almendras o nueces pueden irritar el tejido ya inflamado y dificultar la cicatrización.
Carnes y proteínas de alto contenido graso
Las carnes rojas grasas y procesadas representan otro grupo problemático. Embutidos, salchichas, tocino y cortes de carne con alto contenido graso ralentizan el tránsito intestinal y pueden aumentar la inflamación. Estos alimentos requieren mayor tiempo de digestión y producen sustancias que pueden agravar la condición inflamatoria del colon.
Los gastroenterólogos sugieren optar por proteínas magras como pollo sin piel o pescado blanco durante la recuperación.
Leches y sus derivados
Los productos lácteos enteros pueden ser problemáticos para muchos pacientes con diverticulitis. La lactosa presente en leche, quesos maduros y cremas puede causar gases, distensión abdominal y diarrea, síntomas que complican un cuadro ya delicado.
Algunos especialistas recomiendan eliminar completamente los lácteos durante la fase aguda, aunque yogures probióticos naturales sin azúcar podrían tolerarse en algunos casos, siempre bajo supervisión médica.
Alimentos que aumentan la inflamación
Los alimentos ultraprocesados, frituras y aquellos ricos en azúcares refinados deben evitarse estrictamente. Galletas comerciales, pasteles, comida rápida, frituras y bebidas azucaradas no solo carecen de valor nutricional, sino que promueven la inflamación sistémica. Estos productos contienen grasas trans, aditivos y conservantes que pueden prolongar el proceso inflamatorio y retrasar la curación del tejido intestinal afectado.
El alcohol y las bebidas con cafeína también están contraindicados. El café, té negro, bebidas energéticas y alcohol irritan la mucosa intestinal, aumentan la producción de ácido gástrico y pueden interferir con los medicamentos prescritos para tratar la infección. La deshidratación que produce el alcohol complica además el cuadro clínico.
Especias y condimentos irritantes
Los condimentos picantes merecen especial atención. Chile, pimienta negra, curry, salsa tabasco y otros alimentos con capsaicina pueden irritar severamente un intestino inflamado.
Aunque estos ingredientes tienen propiedades antiinflamatorias en personas sanas, durante un episodio de diverticulitis actúan como irritantes directos que intensifican el dolor abdominal y prolongan la inflamación.
Camino de regreso a la alimentación normal
La reintroducción de alimentos debe ser gradual y supervisada. Después de la fase aguda, los médicos recomiendan incorporar primero alimentos bajos en fibra como arroz blanco, puré de papa y pan blanco. Paulatinamente, durante semanas, se añade fibra soluble proveniente de avena, plátano maduro y calabaza cocida. Solo cuando los síntomas han desaparecido completamente se regresa a una dieta rica en fibra, que paradójicamente es la mejor prevención contra futuros episodios.
Los especialistas insisten en la importancia de la hidratación constante y de llevar un diario alimentario que permita identificar posibles desencadenantes individuales. Cada paciente puede reaccionar diferentemente a ciertos alimentos, y lo que funciona para uno puede no ser apropiado para otro. La clave está en escuchar al cuerpo y mantener comunicación estrecha con el equipo médico durante todo el proceso de recuperación.























