Estados Unidos enfrenta un repunte de sarampión, el más significativo desde 2019, según datos actualizados de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC).
Hasta el momento, se han confirmado 712 casos distribuidos en 24 estados del país, lo que representa un aumento de más de 100 infecciones en apenas una semana.
El sarampión, considerado erradicado en Estados Unidos desde el año 2000 gracias a los altos índices de vacunación, ha reaparecido con fuerza, poniendo en evidencia una caída progresiva en las tasas de inmunización. Aunque los CDC advierten que los datos actuales pueden estar subestimados debido a retrasos en los reportes estatales, los números ya dibujan un panorama inquietante para las autoridades de salud pública.
Entre los estados afectados figuran Alaska, Arkansas, California, Colorado, Florida, Georgia, Hawái, Indiana, Kansas, Kentucky, Maryland, Michigan, Minnesota, Nueva Jersey, Nuevo México, Nueva York, Ohio, Oklahoma, Pensilvania, Rhode Island, Tennessee, Texas, Vermont y Washington. De ellos, al menos cinco —Indiana, Kansas, Nuevo México, Ohio y Texas presentan brotes activos, definidos como tres o más casos vinculados entre sí.
Texas es el estado con el mayor número de casos, en particular en su región occidental, donde se han reportado al menos 541 infecciones. Desde enero, cuando se confirmaron los primeros contagios en esa zona, el número ha crecido de manera sostenida, generando preocupación entre autoridades locales como Katherine Wells, directora de salud pública en Lubbock.
Durante una reciente conferencia de prensa, Wells expresó su temor por la posible propagación del virus hacia zonas urbanas con alta densidad poblacional, advirtiendo sobre el riesgo de exposición en espacios concurridos como supermercados y centros comerciales.
Uno de los elementos más inquietantes del brote actual es el perfil de los afectados. Según los CDC, el 97 % de los casos corresponde a personas no vacunadas o cuyo estado de vacunación es desconocido.
Solo un 3 % de los infectados había recibido al menos una dosis de la vacuna MMR (sarampión, paperas y rubéola), la cual ofrece un 93 % de eficacia con la primera dosis y un 97 % con la segunda. La recomendación oficial establece que los niños deben recibir la primera dosis entre los 12 y 15 meses y la segunda entre los 4 y 6 años de edad.
Vararían las complicaciones
El sarampión no solo es altamente contagioso, sino que también puede derivar en complicaciones graves, especialmente en menores. Este año, el 11 % de los pacientes en EE. UU. ha requerido hospitalización, siendo los niños y adolescentes los más afectados.
Además del aumento de casos, las consecuencias del brote han sido fatales. En Texas se han confirmado dos muertes de niños en edad escolar, ambos no vacunados y sin condiciones médicas preexistentes. En Nuevo México se investiga el fallecimiento de un adulto no vacunado que había dado positivo por sarampión antes de morir.
La situación podría tener implicaciones a largo plazo para la salud pública del país. Si un brote se mantiene activo durante más de un año, Estados Unidos corre el riesgo de perder su estatus de país libre de sarampión, un hito alcanzado hace más de dos décadas gracias al éxito de sus programas de inmunización.
La creciente resistencia a la vacunación, junto con la desinformación y la desconfianza en los sistemas de salud, parecen estar alimentando el resurgimiento de enfermedades que, hasta hace poco, se consideraban bajo control.
Las autoridades sanitarias hacen un llamado urgente a la población para verificar su estado de vacunación y proteger a los más vulnerables. El mensaje es claro, el sarampión es prevenible, pero el virus no espera.