Estados Unidos finalmente alcanzó el lunes el objetivo del presidente Joe Biden de que el 70% de los adultos tuvieran al menos una dosis de la vacuna contra el COVID-19, aunque con un mes de retraso y en medio de una fuerte propagación de la variante delta que está abrumando a los hospitales y obligando a emitir nuevas normas sobre el uso de mascarillas y vacunación obligatoria en distintas partes del país.
En un cambio de estrategia notable en el sureste, Luisiana ordenó que casi todos sus residentes, vacunados o no, vuelvan a portar mascarillas en todos los espacios públicos cerrados, incluidas escuelas y universidades. Y otras ciudades y estados también reimpusieron medidas de precaución para contrarrestar una crisis atribuida a la variante de rápida propagación y a la renuencia de algunos estadounidenses a vacunarse.
“Con la misma rapidez con la que podemos darlos de alta están ingresando, y están ingresando muy enfermos. Empezamos a ver a familias enteras enfermarse”, se lamentó el doctor Sergio Segarra, director médico del Baptist Hospital de Miami. La cadena de centros médicos de Florida reportó un incremento de más del 140% en las últimas dos semanas en el número de personas hospitalizadas con el virus.
Biden había fijado el objetivo de alcanzar el umbral del 70% de adultos con al menos una dosis de la vacuna para el 4 de julio. Esa cifra era el mínimo en los cálculos iniciales del gobierno de lo que sería necesario para alcanzar la inmunidad colectiva en Estados Unidos. Pero eso se tornó insuficiente tras la llegada de la variante delta, la cual le permitió al virus resurgir.
No hubo celebración en la Casa Blanca el lunes, ni se estableció un nuevo objetivo. Más bien el gobierno lucha para superar el escepticismo y la hostilidad hacia las vacunas, en especial en el sureste del país y en otras áreas rurales y conservadoras.
Estados Unidos aún no alcanza la otra meta del gobierno de vacunar totalmente a 165 millones de adultos para el 4 de julio. Se encuentra a unos 8,5 millones de lograrlo.
Los nuevos casos diarios en el país se sextuplicaron el mes pasado a un promedio de casi 80.000, un nivel no visto desde mediados de febrero. Y las muertes por día han ascendido en las últimas dos semanas de un promedio de 259 a 360.
Aún están muy por debajo de los 3.400 fallecimientos y un cuarto de millón de casos diarios registrados en el peor momento del brote, en enero. Pero en algunas partes del país el número de casos está alcanzando su nivel más elevado desde que comenzó la pandemia. Y casi todas las muertes y enfermos graves actualmente son personas no vacunadas.