Unas tres docenas de rusos que desean recibir asilo no pudieron ingresar el viernes a Estados Unidos desde México, mientras que un grupo de ucranianos cruzaron la frontera tras mostrar sus pasaportes.
La escena refleja un cambio silencioso pero inequívoco en el trato diferenciado que se le da a los rusos y ucranianos que ingresan a México como turistas y vuelan a Tijuana con la esperanza de entrar en Estados Unidos para tener la oportunidad de recibir asilo.
Los rusos —34 hasta el viernes— habían acampado desde hace varios días frente al paso fronterizo más concurrido de Estados Unidos con México, dos días después de que autoridades municipales de Tijuana les pidieran amablemente que se retiraran.
Los rusos se sentaron en colchonetas y mantas, veían sus teléfonos, conversaban y comían refrigerios, con bolsas de dormir y carritos para bebé junto a ellos. A su lado pasaba un flujo constante de personas para cruzar la frontera. Cinco niñas estaban sentadas en grupo y conversaban, algunas sosteniendo animales de peluche.
Unos días antes se les permitió el paso a algunos rusos hacia Estados Unidos en el cruce fronterizo de San Ysidro, mientras que a algunos ucranianos se les impidió. Pero para el viernes, los rusos eran los que no podían pasar y los ucranianos eran admitidos tras cortas esperas.
“Es muy difícil entender cómo toman decisiones”, dijo Iirina Zolinka, una rusa de 40 años que acampó durante la noche con su familia de siete integrantes tras llegar a Tijuana el jueves.
Erika Pinheiro, directora de litigación y políticas del grupo activista Al Otro Lado, dijo que Estados Unidos comenzó a admitir el martes a todos los ucranianos mediante un permiso humanitario por un año, y al mismo tiempo impidió el paso a todos los rusos. No hubo un anuncio oficial.
En un memorando fechado el 11 de marzo pero difundido el jueves, el Departamento de Seguridad Nacional les dijo a los funcionarios fronterizos que los ucranianos podrían estar exentos de los límites al asilo diseñados para impedir la propagación del COVID-19. Dijo que las decisiones sobre los ucranianos se tomarán caso por caso, pero no mencionó a los rusos.
“El Departamento de Seguridad Nacional reconoce que la injustificada guerra de agresión de Rusia contra Ucrania ha creado una crisis humanitaria”, señala el memorando.
El departamento indicó en un comunicado el viernes que cualquiera considerado “especialmente vulnerable” podría ser admitido por razones humanitarias en una revisión caso por caso, sin importar su nacionalidad.
Los migrantes rusos en Tijuana permanecían sentados al lado de una fila de cientos de habitantes fronterizos que aguardaban para cruzar la frontera caminando en dirección a San Diego. La fila avanzaba sin problemas.
Un migrante ruso de 32 años que ha permanecido en el paso fronterizo desde que llegó a Tijuana con su esposa hace cinco días no deseaba marcharse por temor a perder alguna oportunidad súbita.
Horas después de su llegada, el migrante, que sólo se identificó como Mark por temor a que su familia en Rusia sufra represalias, vio que a tres rusos les permitieron pasar hacia Estados Unidos. Después de seis horas, las autoridades estadounidenses le devolvieron su pasaporte y dijeron que sólo estaban aceptando a ucranianos.
“Ucranianos y rusos están sufriendo debido a un hombre”, manifestó Mark, refiriéndose al presidente ruso Vladimir Putin. Mark huyó poco después de que Rusia invadiera Ucrania.
Las autoridades estadounidenses han expulsado a migrantes más de 1,7 millones de veces desde marzo de 2020 sin darles oportunidad de acogerse al asilo en virtud de una facultad asumida para impedir la propagación del COVID-19. Pero esa disposición de salud pública, conocida como Título 42, rara vez es aplicada a migrantes de algunas nacionalidades cuya expulsión es difícil por razones financieras o diplomáticas.
Sin embargo, para solicitar asilo, los migrantes deben encontrarse en suelo estadounidense, y las autoridades les están impidiendo el paso salvo a los que desean admitir.
Incluso antes de la invasión rusa, Estados Unidos había advertido un incremento en el número de rusos y ucranianos interesados en solicitar asilo, la mayoría de ellos intentando ingresar a través de los pasos fronterizos oficiales de San Diego en lugar de intentar cruzar ilegalmente por desiertos y montañas.
Más de 1.500 ucranianos ingresaron a Estados Unidos a través de la frontera con México de septiembre a febrero, según la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, por sus siglas en inglés), aproximadamente 35 veces más que los 45 ucranianos que cruzaron durante el mismo periodo un año antes.
Los ucranianos que logran llegar territorio estadounidense tienen prácticamente garantizada su oportunidad de solicitar asilo. Sólo cuatro de los 1.553 que ingresaron en el período de septiembre a febrero fueron excluidos, con base en la orden de salud pública que permite a Estados Unidos expulsar a migrantes sin que tengan la oportunidad de acceder a protección humanitaria.
El número de solicitantes de asilo rusos que ingresaron a Estados Unidos por tierra desde México rebasó los 8.600 de septiembre a febrero, unas 30 veces más que los 288 que hicieron lo propio un año antes. Todos salvo 23 fueron procesados de acuerdo con las leyes que les permiten pedir asilo.
Las autoridades mexicanas se han mostrado recelosas de los migrantes que duermen en la frontera. El mes pasado desmantelaron un enorme campamento en Tijuana en el que había tiendas de campaña y lonas, el cual bloqueaba un corredor para cruzar hacia San Diego.
Deseosas de impedir la formación de otro campamento, las autoridades municipales distribuyeron el miércoles una carta en la que solicitaba a los migrantes que se marcharan de los lugares donde habían acampado por cuestiones de salud y seguridad, y les ofrecieron albergue gratuito si no tenían dinero para pagar un hotel.