Ingerir grandes cantidades de alimentos altamente procesados puede tener varios efectos negativos en la salud de las personas, pues además de ser causa de obesidad, también provoca enfermedades cardíacas, presión arterial alta y diabetes.

No obstante, esto pasa desapercibido para un sector de la sociedad estadounidense o por lo menos así lo reflejan datos recabados por Universidad de Michigan a través de la denominada Encuesta Nacional sobre el Envejecimiento Saludable.

A partir del sondeo se logró determinar que uno de cada ocho estadounidenses entre 50 y 80 años es adicto a la comida ultraprocesada, también conocida como “chatarra”.

Además, dicho grupo presenta abstinencia física, come más de lo planeado y es incapaz de reducir su elevado volumen de ingesta.

De los adultos encuestados se determinó que las mujeres son más propensas a ser adictas a los alimentos ultraprocesados, como los dulces, bocadillos salados, bebidas azucaradas y comida rápida.

Asimismo, se detectó que la adicción a los productos “chatarra” está presente en el 17% de adultos cuya edad ronda entre 50 y 64 años, así como en el 8% de las personas de 65 a 80 años.

Otro dato a destacar es que los hombres y las mujeres que se consideraban en mala forma física presentan el doble de probabilidades de hacerse adictos a la comida ultraprocesada, 32 y 14%, respectivamente.

La adicción a la comida chatarra también se detectó en el 45% de las mujeres cuya su salud mental es regular o mala, y en el 23% de los hombres con el mismo perfil.

Un factor clave relacionado con la debilidad por los alimentos ultraprocesados se esconde detrás de quienes optan por vivir un tanto aislados, pues más de la mitad de las mujeres que eligen dicho estilo de vida tienden a consumir una mayor cantidad de alimentos chatarra; en tanto que eso le ocurre sólo al 26% de los hombres que viven alejados de los demás.

Una de cada cuatro personas con adicción a la comida chatarra reconoció que al menos una vez a la semana se enfrentaba a la urgencia de ingerir un trozo de algún alimento ultraprocesado y no podía dejar de pensar en otra cosa.