Cuando Barbara Brigham recibió un diagnóstico de cáncer de páncreas en 2020 tras una ecografía de rutina, su mayor deseo fue tener más tiempo. Su esposo había fallecido recientemente, sus hijos aún estaban construyendo sus vidas y ella amaba su trabajo en la biblioteca local.
La reseña de la historia por la CBS News, cuenta que acudió al Memorial Sloan Kettering Cancer Center, donde había estado en seguimiento por un quiste pancreático benigno. Esa vigilancia permitió detectar el cáncer en una etapa temprana, lo que le abrió la puerta a un innovador ensayo clínico dirigido por el oncólogo Vinod Balachandran.
El estudio combinaba la cirugía y quimioterapia tradicionales con una vacuna de ARNm personalizada, diseñada para entrenar al sistema inmunológico del paciente a reconocer y atacar las células cancerosas.
Brigham y su hijo menor no dudaron en aceptar la oportunidad. La inspiración para este ensayo surgió del estudio de pacientes que lograban sobrevivir al cáncer de páncreas más allá del promedio.
Solo el 10% de los diagnosticados superan los cinco años de vida, pero algunos lograban respuestas inmunológicas espontáneas contra el cáncer. Esto llevó a los investigadores a preguntarse si podían replicar ese éxito con una vacuna diseñada específicamente para cada tumor.
El ensayo de fase 1 incluyó a 16 pacientes con cáncer pancreático en etapa temprana, condición indispensable para la cirugía y el desarrollo de la vacuna. Tras la extirpación del tumor, los investigadores enviaron las muestras a la empresa de biotecnología BioNTech en Alemania, donde se creaba la vacuna personalizada. Luego, los pacientes recibían inmunoterapia y quimioterapia para potenciar la respuesta del sistema inmunológico.
Respuesta inmunitaria
Los resultados iniciales fueron alentadores: ocho de los 16 pacientes desarrollaron una fuerte respuesta inmunitaria, lo que pareció correlacionarse con una menor recurrencia del cáncer. Un hallazgo clave fue que los pacientes a quienes se les había extirpado el bazo no mostraban la misma respuesta inmunológica, lo que subraya el papel fundamental de este órgano en la defensa contra el cáncer.
Un análisis posterior publicado en Nature evaluó la evolución de los pacientes 3,2 años después del tratamiento. De los ocho que mostraron una fuerte respuesta inmunitaria, solo dos sufrieron una recurrencia del cáncer, mientras que entre los ocho que no respondieron, siete tuvieron recaídas. Aunque los datos sugieren un impacto positivo de la vacuna, Balachandran advierte que el tamaño reducido del estudio impide atribuir una causalidad directa.
Actualmente, se lleva a cabo un ensayo clínico más grande para evaluar con mayor precisión el papel del bazo en la respuesta a la vacuna y confirmar si esta realmente mejora los resultados en pacientes con cáncer de páncreas en etapa temprana. Paralelamente, otros grupos de investigación exploran el potencial de las vacunas de ARNm en diferentes tipos de cáncer, como el gástrico y el pulmonar.
Las vacunas de ARNm, cuya relevancia se evidenció con el desarrollo de las vacunas contra la COVID-19, ofrecen una ventaja clave: su facilidad de personalización y rápida producción. Según Kamath, estas características podrían revolucionar el tratamiento oncológico al permitir la creación de vacunas específicas para los múltiples objetivos terapéuticos que presenta cada tipo de cáncer.
Si bien algunos tumores, como el melanoma, son más susceptibles a la inmunoterapia por su alta tasa de mutaciones, el cáncer de páncreas representa un reto mayor. Aun así, los investigadores esperan que el desarrollo de vacunas personalizadas abra nuevas vías para el tratamiento de los cánceres más agresivos.