Expertos tienen mucho tiempo advirtiendo sobre los peligros de las caídas para las personas mayores. Un problema de casi salud pública: en 2023, el año más reciente con datos de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), más de 41,000 estadounidenses mayores de 65 años murieron por caídas, reseñó un artículo publicado en JAMA Health Forum.
Incluso, hoy se menciona que la mortalidad relacionada con caídas entre los adultos mayores ha estado aumentando drásticamente.
El autor de la publicación, epidemiólogo Thomas Farley, informó que las tasas de mortalidad por caídas entre los estadounidenses mayores de 65 años se había más que triplicado en los últimos 30 años. Entre los mayores de 85 años, el grupo de mayor riesgo, las tasas de mortalidad por caídas aumentaron a 339 por 100.000 en 2023, desde 92 por 100.000 en 1990.
Pero lo más resaltante fueron las conclusiones del artículo, que el culpable de esa mortalidad es la dependencia de los estadounidenses de los medicamentos recetados.
“Los adultos mayores reciben cada vez más medicación excesiva, y con fármacos inapropiados para ellos”, dijo Farley en una entrevista.
Caídas y medicamentos
En ese mismo período, de 30 años de incremento en la mortalidad de adultos mayores por caídas, también se da una oleada de investigaciones y actividades para tratar de reducir las caídas geriátricas y sus consecuencias potencialmente devastadoras, desde fracturas de cadera y hemorragias cerebrales hasta movilidad restringida, dolor persistente e institucionalización.
En este sentido, la Sociedad Estadounidense de Geriatría adoptó pautas actualizadas de prevención de caídas en 2011. Los CDC dieron a conocer un programa llamado STEADI en 2012. El Grupo de Trabajo de Servicios Preventivos de los Estados Unidos recomendó ejercicio o fisioterapia para adultos mayores con riesgo de caídas en 2012, 2018 y nuevamente el año pasado, compila KFF Healt News.
Aunado a esto, geriatras y otros investigadores sobre las caídas y las prácticas de prescripción cuestionan que sean en realidad los medicamentos recetados los que impulsan el aumento de la mortalidad, como lo concluye la publicación.
Farley, ex comisionado de salud de la ciudad de Nueva York que enseña en la Universidad de Tulane, reconoció que además muchos factores contribuyen a las caídas, incluidos los impedimentos físicos y el deterioro de la vista asociados con la edad avanzada, el abuso de alcohol y los peligros de tropiezo en los hogares de las personas.
Pero, para él, la diferencia es el uso cada vez mayor por parte de los estadounidenses de medicamentos (como benzodiazepinas, opioides, antidepresivos y gabapentina) que actúan sobre el sistema nervioso central. “Los medicamentos que aumentan la mortalidad por caídas son aquellos que producen somnolencia o mareos”, afirma.
En suma, los medicamentos problemáticos son lo suficientemente numerosos como para haber adquirido un acrónimo: FRIDs, o “medicamentos que aumentan el riesgo de caídas”, una categoría que también incluye varios medicamentos cardíacos y antihistamínicos tempranos como Benadryl.
Estos medicamentos desempeñan un papel fundamental, coincidió Thomas Gill, geriatra y epidemiólogo de la Universidad de Yale y veterano investigador de las caídas. Sin embargo, añadió que existen explicaciones alternativas para el aumento de las tasas de mortalidad.
Citó cambios en la notificación de las causas de muerte, por ejemplo. “Hace años, las caídas se consideraban una consecuencia natural del envejecimiento y nada grave”, dijo. Agrega que las discapacidades acumuladas, más que los medicamentos que toman los adultos mayores, podrían hacerlos más propensos a morir después de una caída.
¿Qué hacer?
Gill plantea que, independientemente de si el uso de medicamentos supera o no a todos los demás factores, “nadie discute que estos agentes se usan en exceso y de manera inapropiada” y contribuyen al preocupante aumento de las tasas de muerte por caídas entre los adultos mayores.
De ahí surge la continua campaña a favor de la “desprescripción”: suspender los medicamentos cuyos posibles daños superan sus beneficios o de reducir su dosis.
“Sabemos que muchos de estos medicamentos pueden aumentar las caídas entre un 50 y un 75%” en pacientes mayores, afirma, por otra parte, Michael Steinman, geriatra de la Universidad de California-San Francisco y codirector de la Red de Investigación de Desprescripción de Estados Unidos, creada en 2019.