Cuando tres presidentes de las democracias más grandes de América Latina se metieron al conflicto entre el presidente venezolano Nicolás Maduro y sus opositores en torno a quién había ganado las elecciones presidenciales de la nación sudamericana, ello representó una inusual apuesta diplomática.
Los presidentes de Brasil, Colombia y México —apodados “Los tres amigos” y todos políticos de izquierda que han sido amigables con Maduro— rompieron con décadas de diplomacia de no intervención hacia Venezuela y su propia renuencia a inmiscuirse en los asuntos soberanos de un país vecino en una región en la que las intervenciones militares de Estados Unidos durante la Guerra Fría siguen generando resentimiento.
Sin embargo, algunos expertos señalaron que el intento de paz está perdiendo impulso antes de siquiera despegar.
Mencionaron la desconfianza del presidente saliente de México, las divisiones entre la izquierda latinoamericana y la presión por parte de Estados Unidos para que Maduro reconozca la derrota y se haga a un lado. El principal resultado hasta ahora, según ellos, ha sido darle a Maduro tiempo valioso para consolidar su mando y encarcelar a más adversarios desde las elecciones celebradas el 28 de julio.
”El esfuerzo de mediación es cuidadoso, está enfocado a evitar conflictos y una nueva oleada de migración en lugar de defender la democracia”, comentó Daniel Lansberg-Rodríguez, analista nacido en Venezuela y fundados de Aurora Marco Strategies, una consultora de riesgos geopolíticos con sede en Nueva York.