En medio del pintoresco paisaje de Redwood City, al norte de California, Kristin Coronado lucha una batalla diaria para encontrar los medicamentos necesarios para su hijo Dom, quien sufre de Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH). Esta madre ha visto cómo la búsqueda de medicamentos se ha convertido en un desafío constante, enfrentando una escasez que amenaza el bienestar de su hijo de 6 años.

En una entrevista con CBS News, Coronado compartió sus experiencias, describiendo la odisea que enfrenta cada vez que intenta surtir la receta de Dom. “Soy una madre que busca los medicamentos de mi hijo”, expresó Coronado con frustración. “Probé en otra farmacia, y eso me llevó de farmacia en farmacia… Estás solo, ocúpate de ello”.

El medicamento específico que Dom necesita, una versión genérica del dexmetilfenidato vendida bajo la marca Focalin XR, fabricada por Lannett, es una sustancia controlada por la Administración de Control de Drogas. Coronado mostró una hoja de cálculo con 25 farmacias locales que contacta regularmente en su incansable búsqueda por obtener el tratamiento vital para su hijo.

La situación no es exclusiva de Coronado y su familia. La escasez de medicamentos para el TDAH se ha convertido en una crisis creciente en Estados Unidos y en todo el mundo, exacerbada por la pandemia de COVID-19. La Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) predice un aumento del 3,1% en el uso médico de anfetaminas, metilfenidato y lisdexanfetamina en 2024 para tratar el TDAH y otros trastornos.

La Dra. Jennifer Holten, directora médica de la Clínica de Psiquiatría Infantil y Adolescente de la Universidad Emory, destaca las graves consecuencias de esta escasez. “Tan pronto como no reciben medicación, se observa el regreso de los síntomas del TDAH no tratados”, advierte. “Toman una acción que puede dañarlos, o incluso quitarles la vida”.

La FDA atribuye la escasez actual a varios factores, incluyendo el aumento de las prescripciones relacionadas con la telemedicina, problemas en la cadena de suministro, dificultades en la fabricación y decisiones comerciales de los fabricantes. La Administración para el Control de Drogas (DEA) establece límites anuales a la producción de tratamientos para el TDAH, lo que genera tensiones entre los fabricantes de medicamentos y las autoridades reguladoras.

Los fabricantes de medicamentos claman que la DEA debe liberar más sustancias controladas para abordar la creciente demanda, mientras que la DEA responde que los fabricantes no han agotado adecuadamente sus suministros. Lannett y la DEA optaron por no hacer comentarios sobre la situación, dejando en el aire el destino de niños como Dom y las luchas de sus familias.

En medio de este caos burocrático y comercial, los afectados claman por una solución urgente. “Estos niños, estas familias, merecen algo mejor”, sostiene la Dra. Holten, reflejando el sentimiento generalizado entre aquellos que enfrentan la cruda realidad de la escasez de medicamentos para el TDAH.

Para Coronado y su hijo Dom, el alivio llegó momentáneamente cuando finalmente consiguieron una recarga de la medicación necesaria. Sin embargo, este respiro es solo temporal, con la incertidumbre de lo que depara el futuro en términos de acceso a tratamientos vitales.

La lucha contra la escasez de medicamentos para el TDAH continúa siendo una batalla cotidiana para las familias estadounidenses, una lucha que pone en relieve las deficiencias del sistema de salud y las necesidades no satisfechas de los más vulnerables en la sociedad. Mientras tanto, aquellos como Coronado y su hijo Dom siguen enfrentando obstáculos en su búsqueda por garantizar un tratamiento adecuado y una mejor calidad de vida.