La comunidad científica ha dado un paso crucial en la investigación de la COVID prolongada con la actualización del índice de investigación basado en datos del proyecto RECOVER-Adult.
Este esfuerzo, plasmado en un reciente estudio publicado en JAMA, ofrece un enfoque más preciso para identificar y clasificar los síntomas persistentes asociados con esta compleja afección, que afecta a una parte significativa de quienes han superado la fase aguda de la infección por SARS-CoV-2.
Aunque inclusiva, esta definición carecía de la especificidad necesaria para respaldar una investigación sistemática, lo que impulsó la creación de un índice estructurado que permita avances en la identificación de biomarcadores y tratamientos.
El estudio incluyó a 13,647 participantes de 83 sitios en Estados Unidos y Puerto Rico, de los cuales 11,743 tenían antecedentes confirmados de infección por SARS-CoV-2, mientras que 1,904 no habían sido infectados. Estos individuos fueron evaluados al menos 4,5 meses después de su infección inicial y no antes de 30 días tras una reinfección, lo que permitió analizar la evolución de sus síntomas.
El análisis utilizó un enfoque de regresión LASSO para asignar puntuaciones a 44 síntomas reportados inicialmente, estableciendo un umbral óptimo que minimiza falsos positivos. Los participantes cuyos síntomas superaban este umbral fueron clasificados como probables casos de COVID prolongada, mientras que aquellos con síntomas relevantes pero sin alcanzar el umbral se consideraron posibles casos.
Entre los síntomas que conforman el índice actualizado se encuentran fatiga, confusión mental, mareos, malestar post-esfuerzo, palpitaciones, tos crónica, cambios en el olfato o gusto, y dificultad para respirar, entre otros. Este refinamiento eliminó tres síntomas presentes en la versión 2023 del índice: movimientos anormales, falta de deseo sexual y ciertos síntomas gastrointestinales.
Cinco subtipos de síntomas
Los datos revelaron que, con el nuevo índice, el 20 % de los participantes con infección previa y el 4 % de los no infectados mostraban indicios de COVID prolongada. Además, se introdujo una nueva categoría, denominada “posible COVID prolongada”, que abarcó al 39 % de los pacientes con antecedentes de infección.
Un hallazgo destacado del estudio fue la identificación de cinco subtipos de síntomas. Cada subtipo se asoció con características predominantes: cambios en el olfato o gusto, tos crónica, confusión mental, palpitaciones y síntomas multisistémicos como mareos y malestar post-esfuerzo. En todos, salvo en el subtipo centrado en cambios olfativos, la fatiga fue un denominador común.
El subtipo cinco, que incluía síntomas multisistémicos, se destacó por un impacto significativo en la calidad de vida, la salud física y la funcionalidad diaria. Las características demográficas también variaron entre los subtipos; por ejemplo, los subtipos cuatro y cinco tenían mayor representación femenina, mientras que el subtipo cinco era más común en personas no vacunadas, de ascendencia hispana o multirracial, y en aquellas infectadas antes de la ola ómicron.
La versión 2024 del índice presenta varias ventajas frente a la de 2023, como una clasificación más precisa de los síntomas, mejor especificidad y la capacidad de diferenciar entre subtipos clínicos. Este avance no solo optimiza la identificación de casos altamente sintomáticos, sino que también abre nuevas oportunidades para entender los mecanismos de la enfermedad y desarrollar tratamientos específicos.