Las parrillas estaban encendidas, había manteles extendidos en el césped y el humo de los crepitantes trozos de carne llenaba el aire. Como en años anteriores, los israelíes conmemoraron el Día de la Independencia con asados en los parques de todo el país. Generalmente, las fiestas están tan cerca unas de otras que no puede verse ni siquiera una brizna de pasto entre los manteles mientras la música tecno en hebreo resuena entre los árboles, proveniente de altavoces que parecen competir entre sí.

Pero este año, las fiestas del martes fueron más pequeñas y discretas, con muchos menos jubilosas, bajo la sombra de la guerra en Gaza e inmediatamente después de que el país conmemoró un emotivo Día de los Caídos en Guerras. Las familias luchaban con su deseo de celebrar el Día de la Independencia aun cuando el país enfrenta una agotadora guerra y una de sus pruebas más difíciles en décadas.

”Para nosotros, es importante mostrarle a Hamás que somos fuertes y que nuestro país es importante para nosotros, y que aún salimos y vivimos nuestras vidas”, dijo Shiri Simon, programadora informática de la ciudad ultraortodoxa de Bnei Barak. Pero el pensamiento de los más de 100 rehenes que aún permanecen en Gaza, junto con los restos de 30 más, y de los soldados caídos y lesionados durante la guerra en curso, nunca estuvo lejos de su mente. “Ambas cosas pueden coexistir. No se contradicen necesariamente”, dijo.