Los ataques de republicanos y sus aliados sobre asuntos migratorios son hacia el presidente Joe Biden, pero han sido direccionados a la vicepresidenta Kamala Harris, pues desde su perspectiva ella era la encargada de “cuidar la frontera”, aunque su labor está enfocada a un plan de desarrollo en Centroamérica.

Durante un reciente viaje a Texas, la vicepresidenta habló sobre el derecho al aborto, pero medios aliados de los republicanos criticaron que no abordara el asuntos migratorio, considerando el incremento de flujo de personas en la frontera.

“Va a importar quién es el fiscal de su condado si vive en un lugar donde hay una ley estatal que criminaliza a los médicos, enfermeras y proveedores de atención médica”, dijo Harris en el campus de la Universidad de Texas en Austin.

Harris no es la responsable de la administración de la frontera, un trabajo que lidera el secretario de Seguridad Nacional, Alejandro Mayorkas.

El jueves pasado, el Gobierno del republicano Greg Abbott envió desde Texas otro autobús con 41 inmigrantes a la residencia oficial de la vicepresidenta en Washington, D.C.

Se trató de un grupo de 11 niños y 30 adultos, la mayoría procedentes de Venezuela, quienes llegaron a las 6:15 horas al Observatorio Naval.

Exhaustos, con poca ropa pese al frío matutino y con chancletas de plástico (al llegar a EE.UU. les quitan los zapatos), descendieron del autobús sin saber bien lo que les espera.

Dos noches y un día, 36 horas de viaje, es lo que tardaron en llegar a la capital estadounidense, en uno más de los traslados que Abbott y otros gobernadores republicanos llevan promoviendo desde abril pasado para protestar por la política migratoria de Joe Biden.

En autobuses o incluso en aviones, trasladan a los inmigrantes desde sus estados hasta ciudades gobernadas por demócratas como Nueva York y Washington con un único objetivo: ganar titulares.

Aunque durante meses estuvieron llegando a lugares preparados para recibirlos, como la terminal de trenes y autobuses Union Station, desde el pasado 15 de septiembre los vehículos llegan directamente a la casa de Harris, según confirma a Efe Tatiana Laborde, coordinadora del grupo SAMU First Response en Estados Unidos, la principal ONG que les está ofreciendo asistencia.

Esta práctica cruel e interesada, parte de una campaña política, dificulta aún más el último trayecto de un viaje de penurias, pues los migrantes son dejados en plena calle y tienen que ser trasladados luego a la mencionada estación para darles asistencia.

Aunque el 15 de septiembre, cuando llegó el primer autobús a casa de Harris, les tomó completamente desprevenidos, ahora ya saben cómo funciona el particular sistema y un grupo de SAMU esperaba esta madrugada a los migrantes, para acomodarlos en un nuevo autobús y trasladarlos a la estación.