En varios países se venden pastillas, sin receta médica, que jóvenes analfabetos sexuales, sin sufrir de disfunción eréctil, toman para durar sin parar. Es preocupante la ignorancia de todos los implicados. Primeramente, esos productos no son estimulantes sexuales. Decir eso refleja el desconocimiento de cómo actúan, y la ignorancia sobre las etapas de la respuesta sexual humana.

Las píldoras no estimulan el deseo sexual. El deseo es algo bien complicado, y todavía no existe una pastillita que lo resuelva. Pueden beberse un barril, pero si no desean a su pareja, el pene no responderá.

La respuesta sexual humana comienza con el deseo, seguido de la excitación. Modernamente no se habla de meseta (el máximo de excitación), sino que se considera el orgasmo como la etapa que sigue. Cuando se ha obtenido el orgasmo, y en el caso del hombre también ha eyaculado, viene la calma, o sea, la etapa de resolución.

Aquí los hombres necesitan un descanso, y luego pueden comenzar nuevamente. A mayor edad, más tiempo necesitan para otra erección. La opción es aprender a ser multiorgásmico, para mantener la erección hasta que decida eyacular. En la mujer es fácil, todas pueden. El hombre debe aprender.

También nos confirma que la gente sigue separando el sexo del afecto. Se sigue vivenciando la sexualidad con agresividad: “la acabé, la maté, la puse a gritar”. Una vez más, aparece el machismo. Después que no se quejen cuando les diga que son penes erectos caminando por la vida. El sexo no es un deporte, ni una apuesta, ni un juego.

El mal uso de estas medicinas es peligroso. ¿Se le ocurre a usted tomarse algo para bajar el azúcar en sangre sin ser diabético? ¿Se pondría un yeso en un brazo sin tenerlo roto? Claro que no, pues lo mismo se aplica aquí.

Si desea prolongar su erección o ser multiorgásmico, sepa que hoy eso es una realidad. Los hombres pueden lograrlo, solo bastan unos ejercicios. Como los hombres no controlan sus erecciones, sienten miedo a fallar cuando desean hacer el amor. Todos tienen horror a las “esposas infieles”, si no las satisfacen en la cama. Recuerden, hijos de Adán, que la mayoría de las mujeres no son infieles por falta de sexo, sino por falta de afecto. Y por no sentirse cuidadas, amadas y comprendidas.

 

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