Un nuevo estudio presentado en la Semana de las Enfermedades Digestivas (DDW) 2025 advierte sobre un crecimiento sostenido en los casos de cáncer anal en Estados Unidos, especialmente entre mujeres mayores de 65 años, con incrementos más pronunciados en las poblaciones blanca e hispana.
Esta tendencia representa un giro en los patrones epidemiológicos previamente asociados a esta enfermedad, que históricamente se ha vinculado a otros grupos considerados de alto riesgo.
Los datos analizados provienen de la base de Vigilancia, Epidemiología y Resultados Finales (SEER) del Instituto Nacional del Cáncer, un sistema que recopila información a nivel nacional sobre la incidencia del cáncer.
Entre 2017 y 2021, la incidencia de cáncer anal creció un 2,9 % en mujeres y un 1,6 % en hombres. Las mujeres blancas mayores de 65 años mostraron el alza más significativa, con un aumento anual del 4,3 %, alcanzando una tasa de 11,4 casos por cada 100.000 personas en 2021.
Pruebas de detección
La doctora Ashley Robinson, residente de medicina interna de segundo año en el Advocate Lutheran General Hospital y autora principal del estudio, señaló que los hallazgos retan las creencias existentes sobre quiénes deberían someterse a pruebas de detección.
“Las tasas de cáncer anal están aumentando más rápidamente entre las mujeres blancas e hispanas mayores de 65 años, grupos que tradicionalmente no se consideran de alto riesgo”, explicó Robinson.
Una de las causas más relevantes detrás del cáncer anal es la infección persistente por el virus del papiloma humano (VPH), responsable de aproximadamente el 90 % de los casos.
Aunque no se ha determinado con precisión por qué la incidencia está creciendo con tanta rapidez en mujeres mayores, los especialistas apuntan a un factor clave, muchas de ellas no recibieron la vacuna contra el VPH debido a que ya habían superado la edad recomendada cuando esta empezó a distribuirse de forma masiva.
Pese al crecimiento observado, el cáncer anal sigue siendo relativamente poco frecuente, representando apenas el 1 % de todos los cánceres gastrointestinales.
Actualmente, las pruebas de detección del VPH anal, displasia o cáncer se reservan principalmente para poblaciones con sistemas inmunológicos comprometidos, como personas con VIH o receptores de trasplantes.
Sin embargo, los resultados del estudio podrían abrir la puerta a cambios en las recomendaciones clínicas, especialmente si se confirma que mujeres mayores previamente excluidas presentan un riesgo creciente.
En conjunto, los hallazgos subrayan la urgencia de adaptar las políticas de prevención del cáncer a una realidad cambiante, en la que las dinámicas de riesgo ya no responden únicamente a criterios tradicionales. ¿Podría esto significar un cambio en la forma en que se aborda la salud preventiva en la vejez? Los investigadores esperan que futuras investigaciones ayuden a responder esta pregunta y a diseñar intervenciones más inclusivas y eficaces.