En un abrupto cambio en las dinámicas epidemiológicas, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) han publicado datos alarmantes el pasado viernes, revelando un aumento del 18% en los casos positivos de influenza en tan solo una semana. Esta sorprendente cifra refleja un rápido deterioro en la mitad norte de Estados Unidos, con 21 estados y la ciudad de Nueva York ahora enfrentando niveles “muy altos” de enfermedad.

El mapa epidemiológico de los CDC, al comparar los datos más recientes con los de la semana anterior, destaca un empeoramiento significativo en la situación sanitaria. Únicamente el estado de Minnesota se mantiene en la categoría “mínima”, lo que subraya la gravedad de la propagación de enfermedades respiratorias en el país.

Para elaborar estos informes, los CDC comparan los datos actuales de los proveedores de atención médica con las tasas normales fuera de la temporada de gripe en cada región. Los resultados se centran en la cantidad de personas que buscan atención médica con síntomas de gripe, como fiebre acompañada de tos o dolor de garganta. Es esencial destacar que estos datos no se basan en casos confirmados de influenza mediante pruebas de laboratorio, lo que podría incluir casos de otras enfermedades respiratorias, como COVID-19 o VRS. Además, casos leves podrían no ser reportados si las personas optan por gestionar la enfermedad por sí mismas en casa.

A pesar de la preocupante realidad actual, los CDC anticipan que aún no se ha alcanzado el pico de la temporada de gripe, proyectando que lo peor podría acontecer en febrero, siguiendo un patrón observado desde la década de 1980.

Las cifras actuales, aunque difíciles de precisar con exactitud, apuntan a un impacto significativo durante la temporada de gripe actual. Se estima que ha habido al menos 10 millones de casos, con 110,000 hospitalizaciones y 6,500 fallecimientos. Este sombrío panorama incluye la trágica pérdida de veintisiete niños debido a enfermedades respiratorias.