Las posibilidades del presidente nicaragüense Daniel Ortega de reelegirse el 7 de noviembre para un cuarto mandato consecutivo parecían buenas desde mayo. Su partido había acomodado el calendario electoral a su favor y la oposición estaba dividida. Entonces se publicaron los resultados de una encuesta de CID-Gallup que mostró a cinco posibles candidatos de la oposición con índices de respaldo superiores a los de Ortega y en las semanas siguientes los cinco fueron arrestados, además de otros dos posibles contendientes.

“Ante ese temor, Ortega decidió suprimir cualquier posibilidad de perder”, dijo a The Associated Press el analista político Oscar René Vargas. “Y eso significó arrestar a todos”.

A tres días de los comicios del próximo domingo, los siete candidatos potenciales de la oposición siguen encarcelados o bajo arresto domiciliario, sus partidos están prohibidos y Ortega competirá con seis rivales casi desconocidos postulados por un puñado de pequeños partidos colaboracionistas conocidos popularmente como “zancudos”.

Las elecciones del domingo han sido calificadas como “una farsa” por Estados Unidos, la Unión Europea y la Organización de Estados Americanos (OEA), así como por organizaciones de derechos humanos internacionales.

“No hay elecciones. Así que el uso de la palabra elección está incluso en cuestión, porque la amplia oposición ha sido encarcelada o, en el caso de Cristiana Chamorro, está en arresto domiciliario desde el 2 de junio”, dijo a la AP Jennie Lincoln, asesora principal del Centro Carter sobre iniciativas de paz en América Latina y el Caribe.

Lincoln, que ha trabajado como observadora electoral en toda la región, cuestionó la validez del proceso debido a la falta de participación real de la oposición y los llamados a los votantes a quedarse en casa el día de los comicios. “Eso no es nada que se acerque a los estándares internacionales de unas elecciones, y punto.”

En Nicaragua, las escenas de campañas bulliciosas están ausentes. El gobierno ha prohibido los mítines masivos de campaña bajo restricciones pandémicas. No hay anuncios políticos en la televisión. Incluso en las calles, las evidencias de las próximas elecciones se limitan a algunas pequeñas pancartas sobre las avenidas y afiches de los candidatos en papeles tamaño carta pegados en los postes de luz.

Ortega, un excomandante sandinista próximo a cumplir 76 años, y su esposa y vicepresidenta Rosario Murillo apenas han aparecido unas pocas veces durante la campaña.

Además de la contienda presidencial, el país elige 90 diputados de la Asamblea Nacional (Congreso unicameral) y 20 representantes al Parlamento Centroamericano.