La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha despejado las dudas sobre la relación entre el uso de teléfonos móviles y el cáncer. Durante años, la preocupación por los posibles efectos adversos de las ondas de radiofrecuencia emitidas por estos dispositivos ha sido un tema recurrente.

Este análisis, que abarca 28 años de investigación en 22 países, ha llegado a una conclusión tranquilizadora: no existe una asociación significativa entre el uso de teléfonos celulares y el riesgo de desarrollar cáncer en la cabeza.

Además, el equipo de investigación revisó las tendencias en la incidencia de cánceres cerebrales desde la masificación del uso de teléfonos móviles, encontrando que no se ha producido un aumento significativo.

Mark Elwood, profesor honorario de epidemiología del cáncer en la Universidad de Auckland y uno de los coautores del estudio, subrayó que los hallazgos son consistentes con estudios anteriores que tampoco encontraron un incremento en los casos de leucemia o cáncer cerebral en niños expuestos a emisores de radio o estaciones base de telefonía móvil.

Según Elwood, “estos estudios no han mostrado ningún aumento importante”, lo que refuerza la confianza en la seguridad de las tecnologías inalámbricas actuales.

Nuevas redes y posibles nuevos riesgos

La introducción de las redes 5G ha generado nuevas inquietudes, debido a la falta de datos a largo plazo sobre sus efectos potenciales en la salud. Aunque la investigación sobre las redes 5G es aún incipiente, Elwood señaló que, basándose en estudios sobre tecnologías con frecuencias similares, como los radares, no se espera un riesgo incrementado para la salud pública.

A pesar de la escasez de estudios específicos sobre 5G, estos hallazgos preliminares son prometedores y sugieren que no habría un impacto negativo significativo.

El profesor Alberto Nájera, de la Universidad de Castilla-La Mancha en España, quien no participó directamente en el estudio, valoró los resultados como sólidos y bien fundamentados. Nájera, que también es director científico del Comité Científico Asesor de Radiofrecuencias y Salud del Colegio Oficial de Ingenieros de Telecomunicación, destacó la rigurosidad con la que se abordaron y ajustaron los posibles factores de confusión en los estudios analizados.

En sus palabras, “las principales implicaciones de este estudio son que, según la mejor evidencia disponible hasta la fecha, la exposición a campos electromagnéticos de radiofrecuencia, como los producidos por los teléfonos móviles o las antenas de telefonía, no parece aumentar significativamente el riesgo de desarrollar cáncer”.

Estos resultados estan en línea con investigaciones previas de la Agencia Australiana de Protección Radiológica y Seguridad Nuclear, que también indicaron la ausencia de un aumento significativo en la incidencia de cánceres cerebrales desde la introducción de la tecnología inalámbrica.

No obstante, Nájera advirtió que la ciencia siempre debe mantenerse vigilante y recomendó la continuidad de la vigilancia epidemiológica, especialmente en lo que respecta a tecnologías emergentes como el 5G.

Aunque la evidencia hasta ahora es tranquilizadora, persisten algunas incertidumbres, particularmente en relación con exposiciones a largo plazo y en subgrupos poblacionales más susceptibles.

La Agencia Australiana de Protección Radiológica y Seguridad Nuclear continuará su labor de seguimiento, evaluando los efectos de las redes 5G y otros dispositivos, al tiempo que expande sus investigaciones para explorar posibles relaciones con otros tipos de cáncer.

Elwood informó que se están revisando nuevos estudios publicados desde la fecha límite principal del análisis, en diciembre de 2022. Entre estos se incluye el primer informe del estudio internacional COSMOS, que sigue a más de 250,000 participantes, y cuyos resultados preliminares son coherentes con las conclusiones de este reciente estudio de la OMS.