Un dolor intenso y punzante frecuente puede hacerte perder el trabajo, que dejes de practicar deportes o hacerte abandonar hasta una banda musical, así como le pasó a Edward Mowery, un residente de Nuevo México, enfrentó un dolor crónico insoportable que alteró su vida.

A través de su experiencia, descrita por CNN, se resalta la lucha de millones de personas que viven con dolor debilitante.

“Llegó un momento en que no tenía sensibilidad en los brazos ni en las manos ni en nada”, dijo Mowery. “No podía tocar ni una sola nota en la guitarra, y mucho menos tocar como lo hago”, confesó.

Cuenta que todo cambió cuando los médicos probaron un enfoque innovador para el manejo del dolor crónico. Una técnica que si logran perfeccionar para hacerla menos invasiva y demostrar que funciona en otros pacientes, los médicos creen que podría transformar radicalmente la forma en que las personas manejan el dolor crónico debilitante, sin necesidad de opioides ni analgésicos.

En total, Mowery afirma haber tenido 34 cirugías, incluyendo 11 dolorosas de rodilla, además de cirugías de pie, espalda y cuello. Sin embargo, el mayor problema comenzó con una parte de su cuerpo que ni siquiera se había lesionado. Aproximadamente una semana después de un reemplazo de rodilla de rutina en 2009, su pie derecho comenzó a sentirse como si estuviera en llamas, relata CNN.

Llegaron a decir que solo era un adicto a los opioides que buscaba pastillas. “Eso es lo único que pasa: cuando me recetaron todos esos medicamentos, no era adicto a todos, era adicto a eliminar el dolor”, sostuvo.

Durante ocho largos años, dijo, los médicos no pudieron determinar la causa del dolor. Pero en 2017, cuando su pie se tornó morado y negro, acudió a un especialista en dolor en Albuquerque, quien, tras examinarlo, le diagnosticó síndrome de dolor regional complejo.

Algo está por cambiar

El Dr. Prasad Shirvalkar, neurólogo de la Universidad de California en San Francisco, está explorando la estimulación cerebral profunda como un posible tratamiento para el dolor crónico. Esta técnica busca interrumpir señales dolorosas antes de que lleguen al cuerpo, aspirando a suprimir el dolor sin el uso de opioides.

Expresa que el método actual para combatir el dolor y elegir un medicamento para cada paciente es el ensayo y error” afirma. “Intentar ser nuestro propio conejillo de indias es, en esencia, lo que estamos haciendo actualmente en la medicina del dolor”, algo que, a su juicio, requiere un gran cambio.

El alivio de Mowery llegó tras años de agonía, cuando médicos de San Francisco lo convencieran de dejar que le perforaran varios agujeros en la cabeza. La estimulación cerebral profunda, una tecnología que a veces se utiliza con personas que padecen la enfermedad de Parkinson, sirvió para acabar con el padecimiento crónico de Mowery.

A qué se sometió

El equipo médico utilizó modelos computacionales e inteligencia artificial para detectar esencialmente un biomarcador que pudiera rastrear qué tan severo sería el dolor crónico.

Hubo de convencerse primero a Mowery de que debía someterse a otra cirugía, y para el ensayo requeriría tres.

Después de las intervenciones, Mowery ha retomado sus actividades diarias habituales, incluyendo tocar la guitarra. Ahora puede monitorear lo que ocurre en su cerebro con una aplicación para iPad y solo tiene que cargar periódicamente el dispositivo que envía las señales a su cerebro.

Datos impactantes sobre el dolor crónico

Se estima que 50 millones de adultos en Estados Unidos sufren de dolor crónico. Y, a su vez, aproximadamente el 8.5% de estas personas experimentan un dolor que afecta significativamente su calidad de vida, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE.UU.

Avances y resultados prometedores

Recientes ensayos clínicos muestran que la estimulación cerebral profunda puede reducir el dolor en un 60% en pacientes que reciben el tratamiento.

El éxito de estas pruebas ofrece un nuevo camino para aquellos que no han respondido a tratamientos convencionales.

Esperanzador futuro

El equipo de Shirvalkar ahora se enfrenta al desafío de asegurar financiación para continuar su investigación en este campo prometedor.

Mowery, cuyo dolor ha disminuido significativamente, se ha convertido en un defensor de este enfoque innovador.