Estar ocupado en un trabajo seguro, además de gratificante, trae una sensación de estabilidad y de beneficio para la salud mental. Al contrario, estar desempleado, subempleado o expuesto a señales de mobbing, son condiciones laborales inseguras o estresantes, con consecuencias adversas.
Un reciente estudio publicado en Occupational Medicine ha encontrado que los adultos mayores que trabajan menos horas pueden enfrentar un mayor riesgo de depresión.
La investigación se basa en datos del estudio “Salud y Empleo Después de los Cincuenta”, resaltando que menos tiempo en el trabajo no siempre se traduce en mejor salud mental.
Ni tanto ni tan poco
La Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT) identificaron recientemente las largas jornadas laborales como la principal causa de muertes ocupacionales a nivel mundial. Estudios epidemiológicos han encontrado asociaciones entre largas jornadas laborales y sus consecuencias para la salud, como enfermedades cardiovasculares, la depresión y la ansiedad.
Pero también trabajar poco o estar desempleado trae sería implicaciones, por el sentimiento de inseguridad e incertidumbre.
La depresión en desempleados y en adultos mayores no ocupados se presenta principalmente por varios factores psicológicos, sociales y físicos. En adultos mayores, la depresión está asociada con la pérdida de actividades, aficiones y empleo remunerado, que genera un riesgo de depresión. La pérdida de rutina y estructura, junto con la percepción negativa que esto genera, también contribuyen a la aparición de la depresión.
Además, factores como la soledad, insatisfacción con la vida, falta de apoyo social, dependencia por condiciones físicas y el abandono de tareas contribuyen significativamente a su desarrollo. El miedo a la muerte, la necesidad de comunicación social y la desesperanza también son causas relevantes en este grupo.
Incidencia de depresión
El estudio reclutó a 8314 individuos de entre 50 y 64 años, con 3866 participantes analizados debido a la exclusión de aquellos con depresión previa. De ellos, un 40% trabajaba 35–40 horas a la semana, mientras que un 12% laboraba menos de 20 horas.
Los resultados revelaron que el grupo de trabajadores que laboraba entre 20 y 35 horas semanales mostró la mayor incidencia de depresión (37%), particularmente entre aquellos con una situación económica cómoda o intermedia.
Relación con la situación económica
El estudio observó que los adultos mayores con un estatus financiero acomodado y que trabajaban menos de 20 horas semanales tenían un riesgo elevado de depresión. En contraste, no se encontraron asociaciones significativas en aquellos con problemas financieros.
Los autores del estudio indican que es crucial investigar más a fondo las motivaciones detrás de las decisiones laborales, ya que las razones para reducir horas de trabajo pueden influir en el bienestar mental.
Se recomiendan análisis adicionales en otras cohortes para explorar esta problemática y su impacto en la salud mental de los adultos mayores.