Un nuevo estudio presentado en la reunión anual de la Sociedad Radiológica de Norteamérica arroja luz sobre los efectos del vapeo en la salud, destacando que incluso sin nicotina, este hábito tiene un impacto directo en el funcionamiento de los vasos sanguíneos y la capacidad de los pulmones para absorber oxígeno.
Aunque el vapeo se ha popularizado como una alternativa a los cigarrillos tradicionales, sus implicaciones a largo plazo generan preocupación entre los expertos.
El estudio muestra que el uso de cigarrillos electrónicos puede alterar la elasticidad de los vasos sanguíneos, un efecto crucial que, según Cara Poland, profesora en la Facultad de Medicina Humana de la Universidad Estatal de Michigan, afecta la capacidad de estos de moverse y adaptarse, haciéndolos más rígidos.
Este cambio puede tener consecuencias significativas en la salud cardiovascular. Además, Poland señaló que el vapeo reduce una métrica conocida como saturación de oxígeno venoso, lo que indica que los pulmones están absorbiendo menos oxígeno de lo habitual.
Keith Ferdinand, profesor de medicina en la Universidad de Tulane, reafirmó esta preocupación, subrayando que “vapear puede ser perjudicial para los vasos sanguíneos”. Según él, esta evidencia pone en duda cualquier percepción de que los cigarrillos electrónicos son una opción segura para quienes buscan reducir o abandonar el consumo de tabaco.
Alan Blum, profesor de medicina familiar en la Universidad de Alabama, destacó la importancia de este tipo de investigaciones para comprender los riesgos asociados al vapeo.
Aunque no se sugiere que los cigarrillos electrónicos puedan causar cáncer de pulmón, Blum cree que respirar sustancias que aceleran el ritmo cardíaco probablemente tendrá efectos adversos a largo plazo.
“El vapeo no es tan peligroso como los cigarrillos tradicionales, pero eso no significa que sea benigno, especialmente para la salud cardiovascular”, afirmó.
Blum también planteó que, tras casi dos décadas de uso del vapeo, es imperativo iniciar conversaciones más amplias sobre sus efectos. Para él, el estudio es un punto de partida para discutir los impactos potenciales del vapeo en la salud pública.
Poland añadió otra capa de complejidad al debate al señalar que algunos aditivos en los líquidos de vapeo, como el propilenglicol y el glicerol, tienen propiedades tóxicas que pueden dañar los pulmones. Estos compuestos, aunque no siempre visibles en las discusiones públicas sobre el vapeo, representan un riesgo adicional que debería considerarse seriamente.
Por su parte, Ferdinand enfatizó que no existen “atajos” para lograr una buena salud. Recordó que la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) no ha aprobado los cigarrillos electrónicos como herramientas para dejar de fumar ni como una alternativa segura para quienes buscan replicar la experiencia de fumar. Esta postura refuerza la necesidad de mayor regulación y educación en torno al vapeo.
El estudio destaca la necesidad de investigar más profundamente los efectos del vapeo a largo plazo. Si bien se ha promocionado como una opción menos dañina que los cigarrillos tradicionales, su impacto en el sistema cardiovascular y pulmonar es un recordatorio de que las opciones “menos malas” no siempre son buenas.
A medida que el vapeo continúa ganando popularidad, especialmente entre los jóvenes, los expertos hacen un llamado a la acción. Este hábito, que inicialmente parecía una solución moderna y menos peligrosa al problema del tabaquismo, está mostrando signos de ser un problema de salud pública por derecho propio. La falta de datos a largo plazo y la creciente evidencia de efectos inmediatos en la salud subrayan la urgencia de abordar el tema con medidas informativas y políticas reguladoras más estrictas.
Con dos décadas de uso del vapeo, los científicos apenas comienzan a entender sus implicaciones completas. Este estudio es una advertencia temprana, pero clara, de que no debemos subestimar sus riesgos potenciales. En un mundo que busca alternativas más saludables, los expertos instan a cuestionar si el vapeo realmente cumple esa promesa o si simplemente está reemplazando un problema con otro.