Un reciente estudio internacional codirigido por la Universidad de Galway y la Universidad McMaster en Canadá ha revelado nuevos vínculos entre el consumo de ciertas bebidas y el riesgo de sufrir un accidente cerebrovascular. El análisis se basa en datos del proyecto INTERSTROKE, una de las investigaciones más amplias a nivel global sobre los factores de riesgo de esta afección, que abarcó a cerca de 27.000 participantes de 27 países, incluyendo a Irlanda y el Reino Unido. Los resultados, publicados en dos prestigiosas revistas científicas, han puesto de manifiesto los peligros que suponen el consumo regular de bebidas gaseosas, jugos de frutas procesados y café en grandes cantidades, mientras que el té parece tener efectos protectores, dependiendo de la cantidad y del tipo.
En cuanto a los jugos de frutas, Muchos de los productos comercializados como jugos contienen grandes cantidades de azúcar añadido y conservantes, lo que neutraliza los beneficios potenciales que suelen asociarse con la fruta fresca. El estudio encontró que el consumo regular de bebidas a base de jugo de frutas está vinculado a un aumento del 37 % en la probabilidad de sufrir un ictus hemorrágico, es decir, causado por una hemorragia intracraneal. En mujeres, este riesgo es aún mayor, lo que sugiere una vulnerabilidad específica en función del género. Para quienes consumen dos o más vasos de jugo procesado al día, el riesgo de sufrir un ictus hemorrágico se triplica.
Por otro lado, el agua parece ser una opción segura y protectora. El estudio reveló que las personas que beben más de siete vasos de agua al día tienen menos probabilidades de sufrir un accidente cerebrovascular isquémico, que es causado por la obstrucción de una arteria cerebral. Esto subraya la importancia de mantener una hidratación adecuada y preferir el agua frente a otras bebidas potencialmente dañinas.
El consumo de café también fue analizado en detalle. Aunque es una bebida ampliamente consumida a nivel mundial, beber más de cuatro tazas de café al día se asoció con un aumento del 37 % en el riesgo de sufrir un ictus. Curiosamente, este riesgo no fue evidente en aquellos que bebían cantidades moderadas de café, lo que sugiere que la dosis es un factor crítico. El estudio no encontró una correlación entre el consumo de té y un mayor riesgo de accidente cerebrovascular; de hecho, beber té, especialmente té negro y té verde, parece tener un efecto protector. Aquellas personas que consumen entre tres y cuatro tazas de té negro al día tienen un 29 % menos de probabilidades de sufrir un ictus, mientras que el consumo de té verde se asocia con una reducción del 27 % en el riesgo.
Sin embargo, el estudio advierte que los efectos beneficiosos del té pueden verse disminuidos si se le añade leche, ya que los antioxidantes presentes en el té, que son los principales responsables de sus propiedades protectoras, pueden verse neutralizados por la leche. A nivel geográfico, los beneficios del té fueron más evidentes en China y Sudamérica, mientras que en el sur de Asia, el consumo de té se asoció con un aumento del riesgo de accidente cerebrovascular, lo que indica que los efectos de esta bebida pueden variar según la región y otros factores relacionados con el estilo de vida.
Los investigadores, liderados por los profesores Andrew Smyth y Martin O’Donnell, ambos de la Universidad de Galway, recalcan la importancia de estos hallazgos en la prevención de accidentes cerebrovasculares a través de cambios en la dieta. Según el profesor Smyth, evitar o reducir el consumo de bebidas gaseosas y jugos de frutas procesados, junto con la elección de bebidas más saludables como el agua y el té, podría tener un impacto significativo en la reducción del riesgo de ictus.
Estos resultados ofrecen información valiosa para aquellos que buscan reducir su riesgo de accidente cerebrovascular a través de decisiones informadas sobre su dieta diaria, contribuyendo a una mejor comprensión de cómo ciertos hábitos alimenticios pueden influir en la salud cardiovascular a nivel global.