En los primeros días y horas después del horrendo ataque de Hamás contra civiles israelíes el 7 de octubre, el presidente Joe Biden hizo declaraciones contundentes y expresó un apoyo incondicional a un viejo aliado de Estados Unidos.
Ahora, un mes después, ese respaldo inequívoco ha dado paso a las complejidades y a la asoladora cantidad de víctimas de la guerra, y el gobierno de Biden le implora a Israel que refrene algunas de sus tácticas para aliviar el sufrimiento de los civiles en Gaza.
A medida que la condena al conflicto ha ido en aumento en todo el mundo, y ha avivado percepción anti-israelí, el mandatario también se enfrenta a los límites de la capacidad de Estados Unidos para influir en el resultado —no solo de la guerra, sino de lo que viene después.
























