En días recientes, los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) han encendido nuevamente las alarmas, sobre todo en padres de familia, al detectar que un virus independiente al COVID-19, está haciendo que los niños terminen internados en el hospital.
Se trata del llamado virus respiratorio sincitial (VRS), el cual ataca también a las vías respiratorias, sobre todo en menores de edad, y que generalmente circula en el invierno, por lo que ha causado sorpresa su presencia en pleno verano.
De acuerdo a información publicada por el New York Times, funcionarios de agencias gubernamentales han expresado su preocupación por un aumento simultáneo de infecciones de la variante Delta y casos de VRS. Se han registrado picos de brotes infecciosos, con ingresos hospitalarios, en Texas, Florida, Louisiana, Oklahoma.
Una explicación del por qué está ocurriendo esto, según indicaron los expertos, es que los niños pueden ser más vulnerables de lo habitual a los virus respiratorios y las infecciones estacionales porque estuvieron poco expuestos a los gérmenes durante los confinamientos derivados por la pandemia.
¿Qué es el VRS?
Lo primero que hay que saber es que este es uno de los virus respiratorios más presentes en todo el planeta. Se conoce desde 1956, año en el que se logró aislarlo y generalmente ataca a recién nacidos y lactantes que se encuentran en sus primeros meses de vida, así como a ancianos que presentan múltiples patologías. En menores de 1 año, el VRS puede provocar bronquitis y apneas.
Se trata de un virus de ARN, por lo que no da inmunidad completa y por lo tanto, las reinfecciones son muy frecuentes. Por lo general, la primera infección es más grave, la segunda y la tercera son menos graves y se manifiestan como una forma respiratoria leve.
Generalmente, los primeros síntomas que causa el VRS son la apnea. Luego, la infección por VRS comienza como un simple resfriado, con estornudos, tos, dolor de garganta, fiebre. Del tercer al quinto día pueden comenzar a experimentar dificultad respiratoria, luego aumento de la frecuencia respiratoria, movimiento de ensanchamiento de las fosas nasales y retracciones de la piel a nivel del pecho durante la respiración, por lo que suelen necesitar oxígeno.
El diagnóstico es principalmente clínico, mediante la auscultación del tórax, escuchando ruidos llamados estertores y que son bilaterales, es decir, en ambos pulmones.
Sobre el tratamiento a seguir, solo en casos de menores de edad con un cuadro grave o con la presencia de alguna cardiopatía, suele realizarse la profilaxis con anticuerpos monoclonales específicos. De no ser así, solo hay terapias de apoyo, es decir, lavado de nariz y del tracto respiratorio superior; administración de líquidos y en algunos casos se habilita el uso de un broncodilatador.
Los niños que suelen presentar VRS deben tener un seguimiento médico ya que se sigue estudiando una posible relación entre el VRS y el desarrollo de asma a temprana edad.
Hasta ahora no existe ninguna vacuna para hacerle frente a este virus y lo que más temen los expertos es que con la reapertura de escuelas y el relajamiento de medidas anti-COVID, puedan presentarse casos más graves en los meses de septiembre y octubre, sobre todo en recién nacidos, ya que las futuras madres podrían tener una menor concentración de anticuerpos de VRS para transmitir a sus hijos.
Ante la situación, se recomienda a los padres de familia ejecutar y fomentar en sus hijos las siguientes acciones: lavado constante de manos, uso de mascarilla facial, no enviar a los niños a la escuela si han presentado fiebre y esperar unos días para que regrese a sus actividades escolares, seguir practicando las medidas del distanciamiento social.