El funeral del presidente haitiano Jovenel Moise, asesinado hace dos semanas, se realizó el viernes en medio de aparentes disparos y fuertes disturbios en los alrededores que movilizaron a la policía, lo que llevó a la delegación de Estados Unidos y a otros dignatarios extranjeros a volver a sus vehículos por seguridad.
Testigos de Reuters detectaron gases lacrimógenos y escucharon detonaciones que parecían disparos fuera del complejo donde se llevó a cabo el funeral.
Los disturbios estallaron minutos después de que una banda de música y un coro de iglesia iniciaron la ceremonia para despedir a Moise, dos semanas después de que fuera asesinado en su casa por mercenarios extranjeros, en un crimen que aún no ha sido aclarado.
La ceremonia siguió adelante, con discursos de los familiares, pero fue interrumpida por gritos de seguidores indignados que acusaban a las autoridades de ser responsables de la muerte de Moise. Los gritos algunas veces fueron apagados por melodías de iglesia.
El humo entró en el recinto. Decenas de policías y agentes de seguridad formaron cordones de protección alrededor de las autoridades haitianas en las gradas.
La embajadora del presidente estadounidense Joe Biden ante Naciones Unidas, Linda Thomas-Greenfield, estuvo presente, encabezando la delegación de su país en Cabo Haitiano. El grupo oyó los disparos y se puso a salvo, preparándose para retornar a Washington un poco antes de lo esperado.
“El pueblo haitiano merece democracia, estabilidad, seguridad y prosperidad, y los apoyamos en este momento de crisis”, dijo Thomas-Greenfield en Twitter. “Instamos a todos a que se expresen pacíficamente y se abstengan de la violencia”.
Los funcionarios haitianos que llegaron al funeral se encontraron con la ira de los manifestantes y un hombre llamó al jefe de policía, Leon Charles, “un criminal”.
“¿Por qué tiene toda esta seguridad?, ¿Dónde estaba la policía el día del asesinato del presidente?”, cuestionó uno de los manifestantes.
Las protestas de los partidarios de Moise han convulsionado durante tres días la localidad norteña de Cabo Haitiano, la ciudad natal del líder asesinado.
Ubicada en un terreno propiedad de la familia de Moise y donde vivió cuando era niño, la tumba parcialmente construida se encuentra a la sombra de árboles frutales en una parcela polvorienta.
Para algunos, el asesinato de Moise fue un recordatorio de la influencia constante que ejercen poderes extranjeros en el país más pobre del hemisferio occidental, a pesar de que se convirtió en el primer Estado de América Latina y el Caribe en independizarse de Europa a principios del siglo XIX.
El ataque fue llevado a cabo por un grupo que incluía a 26 ex soldados colombianos, de los cuales al menos seis habían recibido entrenamiento militar estadounidense en el pasado. Algunos estadounidenses de origen haitiano también se encontraban entre los acusados.