Música, bailes, alcohol y bañadores minúsculos. El «Spring Break», las vacaciones de primavera boreal en Estados Unidos, lleva cada año a miles de jóvenes al sur de Florida por unos días de diversión y descontrol, para disgusto de los habitantes de ciudades como Miami Beach.

Al anochecer de este jueves gris, tan poco habitual en Miami (sureste), la famosa calle Ocean Drive se ha convertido en una discoteca al aire libre. Las terrazas están a reventar, y la fiesta se extiende por todas partes frente a los edificios de estilo art déco de este paseo marítimo. El aire huele a marihuana.

Un auto se detiene y bloquea el tráfico. Una joven baja corriendo del vehículo y empieza a hacer «twerking», un baile en el que se acerca la pelvis al suelo y se mueven las caderas hacia adelante y hacia atrás.

Desde la acera, Anita Cheek, una vecina de 52 años, la observa. «Yo también fui joven, lo entiendo, pero no tienen en cuenta a la gente que vive aquí», lamenta.

«Se emborrachan, vomitan en el suelo, dejan botellas en todos lados, hacen todos estos bailes locos», añade. «Tengo muchos vecinos que dicen que están dispuestos a mudarse por culpa de esto», confiesa.

El calor, las fiestas y los cuerpos casi desnudos ya son parte del imaginario colectivo al pensar en Miami Beach y en su barrio más meridional, South Beach. Pero los habitantes cada vez parecen más molestos con eso, pese a los beneficios económicos que supone para la ciudad.

Faye Bridges, una camarera de 29 años, resume esos sentimientos encontrados.

«Me encanta tener a gente aquí. Como trabajo en un restaurante, es bueno para mí, es bueno para el negocio», cuenta. «Pero al mismo tiempo, South Beach es ahora ese lugar en el que se juntan los turistas y quienes vienen por el ‘Spring Break’ (…) Lo destrozan todo y no es algo bonito», subraya.

– Más policía y restricciones –

El Ayuntamiento de Miami Beach ha tomado medidas para evitar incidentes como los del año pasado, en los que la policía impuso un toque de queda tras detener a más de 1.000 personas por peleas callejeras y destrozos.

Las autoridades han aumentado la presencia policial en las zonas más concurridas y han prohibido a los bares vender alcohol a partir de las dos de la madrugada, entre el 7 y el 21 de marzo.

Disturbios como los de 2021 «no compensan los beneficios» del «Spring Break», declaró el alcalde de la ciudad, Dan Gelber, al anunciar esas medidas.

«Siento las dificultades que esto pueda suponer», dijo Gelber a la prensa local. «Pero desde nuestro punto de vista, pasar por ese periodo de dos semanas es un peligro para la gente», indicó.

En una terraza de Ocean Drive, con un puro en la boca y una copa en la mano, Rin está feliz y no entiende la polémica. Este agente inmobiliario de 25 años, que no quiere dar su apellido, ha viajado con amigos desde Ohio, en el noreste de Estados Unidos, para disfrutar de una semana de vacaciones en Miami.

«Hay mujeres hermosas, puedes hacer lo que sea. Y si no viniéramos aquí, esto no tendría el mismo ambiente», dice.

Poco después, ya entrada la noche, un ruido provoca una escena de pánico en Ocean Drive. Decenas de personas echan a correr por el paseo; muchos se tropiezan, algunos caen al suelo. Un joven dice que no sabe por qué está huyendo de la zona. Falsa alarma. Varias personas se miran un poco avergonzadas.

La fiesta puede seguir, y Rin tiene previsto disfrutarla hasta el final. «Al menos hasta las siete de la mañana», dice con una sonrisa en los labios.