El expresidente hondureño Juan Orlando Hernández fue sentenciado el miércoles en Nueva York a 45 años de cárcel por asociarse con narcotraficantes durante más de una década para asegurar que más de 400 toneladas de cocaína llegaran a Estados Unidos.
El juez P. Kevin Castel le impuso esa sentencia a Hernández para que la cumpla en una prisión federal y una multa de 8 millones de dólares. Dijo que el castigo debería servir de advertencia a individuos “bien educados, bien vestidos” que obtienen poder y creen que su posición los protege de la justicia cuando cometen delitos.
Un jurado lo declaró culpable en marzo en el tribunal federal de Manhattan tras un juicio de dos semanas, el cual fue seguido atentamente en su país de origen.
Al dictársele sentencia, Hernández declaró a través de un intérprete que es inocente y que fue acusado errónea e injustamente.
En una declaración larga y extemporánea, que el juez interrumpió varias veces y le recordó repetidamente que no era momento de volver a litigar el juicio, Hernández se retrató a sí mismo como un héroe del movimiento antinarcóticos que se asoció con las autoridades estadounidenses durante tres gobiernos distintos en Washington para reducir las importaciones de drogas.