El gobierno y la oposición venezolana inician el viernes en la capital mexicana un nuevo proceso de diálogo que buscará zanjar años de confrontación y abrir el camino a una salida negociada a la compleja crisis que padece la nación sudamericana.

Bajo la mediación de Noruega, que hace dos años impulsó un proceso similar que fracasó, los delegados del gobierno de Nicolás Maduro y la oposición, liderada por Juan Guaidó, sostendrán un primer encuentro que marcará el arranque de un proceso de negociaciones que se extenderá por varios meses.

Durante la primera reunión las partes esperan definir el plan de trabajo y el cronograma de reuniones para discutir una agenda que tendrá entre los temas centrales el levantamiento de las sanciones económicas que mantiene Estados Unidos contra el gobierno de Maduro y más de medio centenar de funcionarios desde hace cuatro años, la definición de condiciones electorales transparentes y confiables y un cronograma electoral y el compromiso de que no se recurrirá a acciones violentas ni conspiraciones, indicó a The Associated Press una fuente familiarizada con las negociaciones.

Horas antes de que se iniciara el proceso, Maduro dijo que el gobierno venezolano irá al diálogo “de manera autónoma e independiente, sin chantaje de ningún tipo” para fijar un cronograma electoral y lograr el “entendimiento y la reconciliación nacional”.

La declaración del mandatario coincidió con los comentarios que realizó el portavoz del Departamento de Estado, Ned Price, quien afirmó la víspera que “el régimen de Maduro puede crear un camino hacia el alivio de las sanciones permitiendo a los venezolanos participar en elecciones presidenciales, parlamentarias y locales libres y justas que deberían haberse celebrado hace tiempo”.

Price planteó que Venezuela requiere que el gobierno de Maduro participe en discusiones sinceras con la oposición que resulten en una “solución negociada integral a la crisis venezolana”.

México participará en el proceso como anfitrión del diálogo mientras que Rusia y Holanda actuarán como acompañantes de las delegaciones de Maduro y la oposición.

Estados Unidos, que reconoce a Guaidó como presidente encargado de Venezuela, no participará en el proceso pero los analistas coinciden en que tendrá un papel fundamental debido a que Maduro ha centrado sus exigencias para sentarse a dialogar en el levantamiento de las sanciones.

El gobierno de Joe Biden y la Unión Europea se han mostrado a favor de un diálogo en Venezuela que genere las condiciones que permitan elecciones democráticas y transparentes.

Washington levantó el mes pasado una sanción para permitir a las compañías no estadounidenses exportar a Venezuela gas licuado de petróleo que es utilizado para cocinar. La decisión fue considerada como un “gesto de buena fe” para promover el diálogo.

La delegación del gobierno venezolano estará integrada por el presidente de la Asamblea Nacional, Jorge Rodríguez, que fue designado la víspera por Maduro como enviado plenipotenciario; el gobernador del estado central de Miranda, Héctor Rodríguez y el diputado Nicolás Maduro Guerra, hijo del mandatario.

Por el lado de la oposición participarán el exalcalde Gerardo Blyde como jefe de la delegación; Carlos Vecchio, representante de Guaidó en Estados Unidos; los exdiputados Tomás Guanipa, Mariela Magallanes, Luis Aquiles Moreno y Luis Rondón y el dirigente socialcristiano Roberto Enríquez, quien estuvo refugiado por cuatro años en la residencia del embajador de Chile en Caracas y obtuvo un salvoconducto de parte del gobierno para salir de la sede diplomática y viajar a México.

A diferencia de los dos procesos de diálogo que se desarrollaron entre 2017-2018 y en 2019, en esta oportunidad el gobierno de Maduro va en una condición de fortaleza frente a una oposición muy debilitada por las fracturas internas y la pérdida este año de la Asamblea Nacional, que era su último bastión.

“Hay unidad para enfrentar los procesos que vienen en la negociación”, afirmó Guaidó el jueves por la noche al desestimar las divisiones dentro la coalición opositora. En un acto en el este de Caracas dijo también que el objetivo de los diálogos en México es “la búsqueda de una solución a la crisis”.

Por más de una década Venezuela ha enfrentado una compleja situación económica, social y política que se profundizó en el último año debido a la crisis generada por la pandemia de coronavirus que agravó la paralización económica, la hiperinflación de cuatro dígitos, la pobreza y el colapsado sistema de salud.