La Corte Suprema de Estados Unidos ratificó el jueves los derechos religiosos de los condenados a muerte, al fallar a favor de un asesino convicto que había pedido que se le permitiera a su pastor tocarlo y rezar en voz alta durante su ejecución.
Ocho de los nueve jueces del máximo tribunal estadounidense desestimaron el intento de las autoridades penitenciarias de Texas de prohibir la solicitud de John Ramírez, un cristiano miembro de una iglesia bautista.
El juez Clarence Thomas, un conservador acérrimo, fue el único voto en contra.
Ramírez, de 37 años, estaba programado para morir por inyección letal en una prisión de Texas el 8 de septiembre por matar a un empleado de una tienda, padre de nueve hijos, durante un robo en 2004.
Ramírez inició acciones legales para detener la ejecución porque las autoridades de Texas no permitieron que su pastor, Dana Moore, tuviera contacto físico con él mientras moría, ni orar en voz alta a su lado en la cámara de ejecución.
Las autoridades de Texas permiten que un consejero espiritual esté en la sala durante una ejecución, pero debe permanecer en silencio y no se le permite tocar a un prisionero por razones de seguridad.
La Corte Suprema emitió una suspensión de última hora de la ejecución y accedió a escuchar su caso.
En su escrito sobre la opinión de la mayoría, el presidente de la Corte John Roberts, sostuvo que había “amplia evidencia de que las creencias de Ramírez son sinceras” y que la imposición de manos y la oración eran “formas tradicionales de ejercicio religioso”.
Apuntó que no se había demostrado un “interés gubernamental convincente” en prohibir la práctica y que había una larga tradición en Estados Unidos de permitir que los consejeros espirituales rezaran con los condenados, mencionando como ejemplo la ejecución de los asesinos del presidente Abraham Lincoln, o de nazis después de la Segunda Guerra Mundial.
Roberts señaló que la prohibición de Texas era relativamente reciente.
“Estamos de acuerdo en que el gobierno tiene un interés apremiante en evitar interrupciones de cualquier tipo y mantener la solemnidad y el decoro en la sala de ejecución”, dijo el presidente del Tribunal Supremo.
“Pero no hay indicios en el expediente de que el pastor Moore pudiera causar el tipo de perturbaciones que temen los demandados”, afirmó.
En su disidencia, Thomas, uno de los seis jueces conservadores del tribunal, acusó a Ramírez de “presentar un litigio abusivo para retrasar su ejecución” y participar en “juegos”.
La Corte Suprema rara vez interviene para detener las ejecuciones, pero lo ha hecho en casos recientes en los que los presos han argumentado que se les niega el acceso a consejeros espirituales.
Varios estados han restringido la presencia de asesores espirituales de la cámara de ejecución, pero la Corte dictaminó el año pasado que los estados no podían prohibir esto por completo.