“La trata de seres humanos es una de las manifestaciones más dramáticas de la mercantilización del otro. En sus múltiples formas, constituye una llaga «en el cuerpo de la humanidad contemporánea», una llaga profunda en la humanidad de quienes la padecen y de quienes la llevan a cabo. La trata, en efecto, desfigura la humanidad de la víctima, ofendiendo su libertad y su dignidad. Pero, al mismo tiempo, deshumaniza a quienes la llevan a cabo, negándoles el acceso a la “vida en abundancia”.  

La trata, en fin, daña gravemente a la humanidad en su conjunto, destrozando a la familia humana y también el Cuerpo de Cristo. La trata, como decíamos, constituye una violación injustificable de la libertad y la dignidad de las víctimas, dimensiones constitutivas del ser humano deseado y creado por Dios, por lo que debe considerarse un crimen de lesa humanidad.”  Papa Francisco 

En este 2021, en el marco del Día Mundial contra la Trata de Personas, la Organización de Naciones Unidas tiene como lema de campaña “Las voces de las víctimas marcan el camino”.

La iniciativa pretende realizar un enfoque en todos los supervivientes de situaciones de trata como eje para luchar contra la explotación de las personas.

De este modo, la campaña busca situar las víctimas de la trata de personas en el centro y pone de relieve la importancia de escuchar y aprender de las y los supervivientes. De este modo, la estrategia comunicacional se centra en el papel crucial que desempeñan en el establecimiento de medidas eficaces para prevenir este delito, identificar y rescatar a las víctimas y apoyarlas en su camino hacia la rehabilitación.

El Día Mundial contra la Trata de Personas, 30 de  Julio establecido en 2013 por Naciones Unidas con el objetivo de crear mayor conciencia sobre la situación de las víctimas, así como promover y proteger sus derechos.

Cuando hablamos de trata de personas nos referimos a uno de los delitos más graves de violación de los derechos humanos. Tal es así, que en el último siglo ha sido considerada un símbolo moderno de esclavitud, por el cual las personas son privadas de su libertad y derecho por parte de terceros.

La trata de personas es un flagelo mundial que atenta contra la libertad y la dignidad humana al violar los derechos humanos de millones de hombres, mujeres y niños en todo el mundo.

Esta violencia que opera de manera silenciosa, afecta a nacionales y extranjeros a nivel local e internacional, especialmente a aquellos que viven en situación de vulnerabilidad social como la pobreza, la exclusión, la precarización del trabajo, el desempleo y la migración forzada.

La crisis desatada por la pandemia del COVID-19, con impacto en las situaciones socioeconómicas especialmente en los grupos en situación de vulnerabilidad y la acentuación de desigualdades y oportunidades que trajo aparejada, requiere profundizar las medidas de prevención, asistencia y protección de víctimas en torno al delito de la trata de personas.

Hasta 124 millones de personas se han visto empujadas a la pobreza extrema por la pandemia, y muchos millones de ellas han quedado expuestas a la trata de personas.

Según datos publicados por la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), en 2018, hubo alrededor de 50.000 víctimas de la trata de personas. Los datos dan cuenta de que el 50 % de las víctimas detectadas fueron objeto de trata con fines de explotación sexual, y el 38 % fueron explotadas para realizar trabajos forzosos.

Asimismo, las mujeres siguen siendo las principales víctimas y representan el 46 % y las niñas el 19 % de todas las víctimas de la trata.

De hecho, a nivel mundial, una de cada tres víctimas detectadas es un niño o una niña.

La trata de personas es un crimen organizado trasnacional que requiere la cooperación entre los países para su persecución, sanción y para su prevención y asistencia a las víctimas.

La trata de personas es definida como “la captación, el transporte, el traslado, la acogida o la recepción de personas, recurriendo a la amenaza o al uso de la fuerza u otras formas de coacción, al rapto, al fraude, al engaño, al abuso de poder o de una situación de vulnerabilidad o a la concesión o recepción de pagos o beneficios para obtener el consentimiento de una persona que tenga autoridad sobre otra, con fines de explotación.

Según cifras de UNODC, la trata de personas es el tercer negocio ilícito más lucrativo a nivel mundial, luego del tráfico de drogas y tráfico de armas, generando más de 150 mil millones de dólares anuales.

Esa explotación incluirá, como mínimo, la explotación de la prostitución ajena u otras formas de explotación sexual, los trabajos o servicios forzados, la esclavitud o las prácticas análogas a la esclavitud, la servidumbre o la extracción de órganos”, según el artículo 3 del Protocolo para Prevenir, Reprimir y Sancionar la Trata de Personas, especialmente mujeres y niños, de la Convención de las Naciones Unidas contra el Crimen Organizado Transnacional.

El Protocolo también señala que el consentimiento dado por la víctima de la trata de personas a toda forma de explotación intencional descrita no se tendrá en cuenta cuando se haya recurrido a cualquiera de los medios enunciados, y la captación, el transporte, el traslado, la acogida o la recepción de un niño con fines de explotación se considerará «trata de personas» incluso cuando no se recurra a ninguno de los medios enunciados.

Las personas migrantes son uno de los grupos que corre mayor riesgo de ser captado por tratantes y las redes delictivas. con distintos fines, como explotación sexual, mendicidad y tráfico de órganos

A fin de hacer frente a este problema, países como Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Costa Rica, Colombia, Ecuador, Guatemala, México, Nicaragua, Panamá, Perú, República Dominicana, Uruguay y Venezuela  han incorporado a sus ordenamiento jurídico nacional legislación específica contra la trata y el tráfico de personas, no obstante, se requiere un acompañamiento con políticas públicas, información a las personas que habitan el territorio, coordinación con la sociedad civil e instituciones preparadas para hacer frente a la eliminación de redes de trata.

Así como para dar apoyo a las víctimas; la complejidad del problema exige una solución multidisciplinaria que involucra desde el poder ejecutivo hasta los sistemas de justicia de la región, representando un desafío de cooperación internacional entre los distintos países por lo que estos solicitan a todos los gobiernos un compromiso firme con los ODS relacionados con la trata de seres humanos, entre ellos el 5 (igualdad de género), el 8 (trabajo decente) y el 16 (paz, justicia e instituciones sólidas).

Así como luchar por la protección social universal, de manera que ninguna persona se vea abocada a caer en las redes de la trata por sobrevivir ante la llegada de cualquier crisis, catástrofe o emergencia.

He aquí una oportunidad, para redoblar los esfuerzos realizados y articular acciones conjuntas entre organismos públicos nacionales, regionales e internacionales para implementar medidas eficaces de combate a la trata de personas y de asistencia a las víctimas para su recuperación física, psicológica y social, teniendo en cuenta el enfoque de derechos humanos e interseccional en todas las etapas del diseño e implementación de las políticas públicas.

Los Gobiernos deben tomar medidas urgentes para reforzar la prevención, apoyar a las víctimas y llevar a los perpetradores ante la justicia. Esto incluye la aplicación de la Convención de las Naciones Unidas contra la Delincuencia Organizada Trasnacional y el Protocolo para Prevenir, Reprimir y Sancionar la Trata de Personas.

Al pedir ayuda, muchas víctimas de la trata de personas se han encontrado envueltas en malentendido o incomprendidas por la falta de conocimiento del tema. Han sufrido experiencias traumáticas tras los rescates durante las entrevistas de identificación y los procedimientos legales. Otras víctimas se han visto re victimizadas y han sido castigadas por los delitos que fueron obligadas a cometer por sus traficantes. Otras han sido víctimas de la estigmatización o no han recibido el apoyo suficiente.

António Guterres, Secretario General de las Naciones Unidas, expresó que: “La trata de personas adopta muchas formas y no conoce fronteras. Demasiado a menudo, los tratantes de personas actúan con impunidad, y sus delitos no reciben la atención suficiente. Esto no puede seguir así”.

Los supervivientes de la trata deben ser quienes guíen nuestros esfuerzos. Su contribución es esencial para abordar los factores y patrones de riesgo, así como para identificar y proteger a las víctimas y velar por que accedan a la justicia y la recuperación, al tiempo que se exigen responsabilidades a quienes las explotan.

Las Naciones Unidas se comprometen a escuchar las voces de las víctimas y supervivientes de la trata de personas y a darles respuesta, garantizando sus derechos y su dignidad, dando a conocer sus historias y aprendiendo de ellas en su lucha por prevenir y poner fin a este terrible delito

Los supervivientes de la trata deben ser quienes guíen nuestros esfuerzos. Su contribución es esencial para abordar los factores y patrones de riesgo, así como para identificar y proteger a las víctimas y velar por que accedan a la justicia y la recuperación, al tiempo que se exigen responsabilidades a quienes las explotan.” António Guterres 

Dr. Amín Cruz, PhD, diplomático, historiador, educador, periodista, escritor, CEO presidente y fundador del Congreso Hispanoamericano de Prensa, Padre y embajador de la Prensa Hispanoamericana y Latinoamericana, residente en New York.