Un reciente estudio liderado por investigadores de CU Boulder ha revelado diferencias significativas en los patrones de sueño entre hembras y machos en ratones, un hallazgo que podría tener implicaciones profundas para la investigación biomédica y los tratamientos relacionados con el sueño. El trabajo, publicado en la revista Scientific Reports, señala que las hembras duermen menos, experimentan mayor fragmentación del sueño y obtienen menos descanso reparador que los machos. Estos resultados desafían el enfoque tradicional en la investigación, que históricamente ha pasado por alto las diferencias entre sexos.
El estudio evaluó los patrones de sueño de 267 ratones de la cepa “C57BL/6J”, ampliamente utilizada en investigaciones. Los resultados mostraron que los machos dormían aproximadamente 670 minutos diarios, una hora más que las hembras, destacándose en particular el sueño NREM, crucial para la recuperación física y mental. Las hembras, además de dormir menos, presentaron ciclos más fragmentados, un patrón que podría explicarse por factores biológicos y evolutivos.
La investigadora principal, Rachel Rowe, argumentó que las diferencias en los patrones de sueño podrían atribuirse menos al estilo de vida y más a factores biológicos, incluyendo hormonas del estrés como el cortisol y las hormonas sexuales. Estas últimas influyen notablemente en las mujeres humanas, quienes suelen reportar peor calidad de sueño durante fases específicas de su ciclo menstrual. Además, las características observadas en los ratones reflejan comportamientos similares en otros animales como aves, peces y moscas de la fruta, lo que sugiere raíces evolutivas profundas.
Desde una perspectiva biológica, esta sensibilidad al entorno podría haber evolucionado como un mecanismo de supervivencia, particularmente para las hembras que cuidan de las crías. Según Rowe, “si las hembras durmieran tan profundamente como los machos, podrían no responder a amenazas inmediatas, comprometiendo la seguridad de la prole”.
El trabajo también subraya un problema persistente en la investigación biomédica: la subrepresentación de las hembras en los estudios con animales. Este sesgo puede distorsionar la interpretación de los resultados, especialmente en investigaciones que buscan desarrollar tratamientos farmacológicos. Por ejemplo, un tratamiento que pueda ser efectivo para mujeres podría parecer ineficaz si las hembras están infrarrepresentadas en las muestras de investigación.
Desde 2016, los Institutos Nacionales de Salud de EE.UU. exigen que los estudios financiados incluyan al sexo como una variable biológica. Sin embargo, este estudio demuestra que aún queda camino por recorrer para equilibrar las representaciones y garantizar que los hallazgos sean aplicables a ambos sexos.
Grant Mannino, coautor del estudio, destacó que estas diferencias no solo tienen implicaciones para el desarrollo de medicamentos, sino que también podrían explicar por qué muchos tratamientos que parecen prometedores en modelos animales fracasan en ensayos clínicos con humanos. “Es posible que los tiempos prolongados de desarrollo de medicamentos se deban a que no consideramos adecuadamente el sexo desde el principio”, añadió.
Más allá de los ratones, los investigadores esperan que sus hallazgos impulsen una revisión de estudios previos y fomenten el diseño de nuevas investigaciones más inclusivas. Este cambio es particularmente crucial en áreas relacionadas con el sueño, que afecta directamente al riesgo de padecer enfermedades como la diabetes, el Alzheimer y los trastornos inmunológicos.
En definitiva, el estudio no solo resalta las diferencias inherentes en los patrones de sueño entre hembras y machos, sino que también apunta a la necesidad de reestructurar los paradigmas en la investigación biomédica. Al garantizar la representación equitativa de ambos sexos en los estudios, se pueden obtener resultados más precisos y desarrollar tratamientos más efectivos y seguros para todos.