Seguramente muchas veces te has preguntado cuando has puesto la lavadora si es necesario lavar todas tus prendas después de cada uso o si hay algunas que pueden aguantar un par de puestas. La respuesta correcta es que todo dependerá del tipo de tejido, así como de su uso, si es interior o exterior.

De hecho, ya sabemos que una de las prendas que no deben lavarse muy seguido son los jeans pues solo así los conservaremos en buen estado por un largo tiempo.

Dicha regla no aplica para otro tipo de ropa, en particular la interior, ya que aunque pareciera ser obvio que debemos cambiarla todos los días, no todos lo hacen.

Según una encuesta realizada por The Derm Review, una plataforma para el cuidado de la piel en Reino Unido, el 21% de las mujeres encuestadas aseguran utilizar su ropa interior femenina durante “varios días”. Los resultados muestran que 1 de cada 10 mujeres utiliza la misma ropa interior durante 3 días o más.

Según la misma encuesta, quienes aceptaron no cambiarse a diario de ropa interior indicaron que lo hacen para ahorrar tiempo al momento de lavar, así como para no gastar de más y por asuntos de medio ambiente.

¿Por qué sí debes cambiarte de ropa interior todos los días?

Los expertos en salud indicaron que la ropa interior, cuando se lleva la misma durante muchos días, se convierten en verdadero “caldo de cultivo” para distintos hongos.

Elle Macleman, bioquímica del cuidado de la piel, asegura que no mantener una buena higiene puede conllevar riesgos para la salud: “Infecciones, irritación, secreción anormal y erupciones cutáneas deberían hacerte pensar dos veces antes de volver a usar la ropa interior durante varios días”.

Otro de los consejos que da es no dormir con ropa interior, ya que hacerlo aumenta el riesgo de desarrollar aftas, vaginitis y vaginosis bacteriana.

Y por último, respecto a no cambiar de ropa interior tras haber hecho ejercicio, esto sería un terrible hábito, ya que esto podría significar un aumento considerable en cuanto al olor corporal, así como han un incremento en la posibilidad de presentar brotes o alteración del microbioma natural vaginal.