Cuando en junio de 2020 consultamos a la psicóloga belga Elke Van Hoof, especialista en estrés y trauma, sobre el impacto de la pandemia en la salud mental, nos dijo que el confinamiento era “el mayor experimento psicológico de la historia”.
Con el paso de los meses, psicólogos, psiquiatras y trabajadores especializados en salud mental de todo el mundo empezaron a advertir sobre el aumento en consultas por trastornos de ansiedad y depresión, entre otros.
Y hubo un reclamo generalizado a los gobiernos para que abordaran el tema de la salud mental en la pandemia.
El informe “Resultados del estudio internacional de salud mental Covid-19 para la población general (COMET-G))” dice que “se detectó depresión probable en el 17,8% y angustia en el 16,7%. Un porcentaje significativo dijo haber registrado deterioro del estado mental, la dinámica familiar y el estilo de vida cotidiano”.
También se encontró que “las personas con antecedentes de trastornos mentales tenían tasas más altas de depresión (31,8% frente a 13,1%)”, entre otros resultados.

Sin embargo, en todo este tiempo también se empezó a hablar de resiliencia, esa capacidad que tiene una persona para superar circunstancias traumáticas.
Y con el conocimiento acumulado sobre cómo cuidarse del contagio de la enfermedad, la llegada de las múltiples vacunas y la disminución de casos de covid-19 en muchos sitios, varios países comenzaron a analizar la posibilidad de volver a una “pseudo” normalidad, mientras que varias empresas planeaban formatos de trabajo “híbrido” para la vuelta a la presencialidad.
Hasta que llegó Ómicron.
En medio de todo este clima enrarecido ante la incertidumbre por ómicron ¿qué pasa con nuestra salud mental?
“Población agobiada y agotada”
Los especialistas consultados por BBC Mundo coinciden en que ómicron aparece en un momento en que los indicadores de malestar general de la sociedad están en aumento.
Pero ciertamente “una nueva ‘ola’ de la pandemia acarrearía mayor estrés psicológico a una población agobiada y agotada”, sostiene.
Del mismo modo, Hosanna Carina Rodríguez Morales, presidenta de la Federación Nacional de Salud en el Trabajo de México opina que “la variante ómicron llega en un punto álgido en el cual tenemos que evaluar que esto aún no termina (…) y que para la salud mental el impacto es aún mayor”.
Posibles síntomas
Como respuesta a esta nueva etapa de incertidumbre, los especialistas hablan de un aumento en los niveles de ansiedad y de trastornos psicológicos que pueden tener consecuencias físicas“Las personas que no sepan manejar esta incertidumbre van a somatizar en cualquier otro tipo de patología”, asegura a BBC Mundo Rodríguez que se especializa en la salud en el trabajo.
Para el psicólogo Cristian Garay, el efecto de esta nueva etapa de incertidumbre dependerá de cuan afectada esté la persona por la pandemia hasta ahora.
“Supongamos que ómicron no llegue a tener (en América Latina) el impacto que haya tenido en Europa, igualmente hay un efecto que se mantiene porque muchas personas tuvieron que atravesar, por ejemplo, situaciones de duelos complicados por las dificultades en despedir a sus familiares”, dice Garay.
Esas secuelas psicológicas pueden durar meses o años.
Qué hacer para prevenir
No todo es negativo en esta etapa de incertidumbre.
“Las personas que ya tengan un poquito de más fortaleza podrán superar esta etapa. Y las personas que no, tendremos que trabajar con ellas para fortalecer la resiliencia”, dice Rodríguez.
También describe que es un área difícil de tratar porque “no es algo que podamos medir muy fácilmente. No podemos medir cómo un trabajar percibe sus miedos y sus ansiedades”.
Pero, existen algunos consejos para cuidar nuestra salud mental que podemos aplicar individualmente.
“Efectivamente reducir el sedentarismo. Eso impacta mucho en la salud general y en la salud mental”, refuerza Garay.
El psicólogo destaca otro elemento al que siempre hay que prestarle atención y más en momentos de incertidumbre: el sueño.
Y, por último, “también estar muy atento al consumo de sustancias estimulantes como la cafeína en todas sus formas porque favorece al estado de alerta que se retroalimenta con la incertidumbre, con el estado de preparación para el peligro y la ansiedad”, concluye.