Perú debatía el domingo qué hacer con el cadáver del líder histórico y fundador del grupo terrorista Sendero Luminoso, Abimael Guzmán, quien murió en la cárcel en la víspera y cuya sangrienta lucha por el poder dejó miles de muertos, en su mayoría indígenas de los Andes y la Amazonía.
El artículo 13 del Código Civil del país ordena la entrega de un cadáver a su esposa o a sus familiares para que decidan si lo entierran o incineran, pero las autoridades temen que si Guzmán es enterrado, su tumba pueda provocar una especie de culto entre sus seguidores.
El ministro de Justicia Aníbal Torres reconoció en la víspera a la televisora local N que no existe un protocolo para proceder en el caso de personajes tan controversiales como Guzmán. Indicó que el gobierno podría sugerir que el cadáver sea “incinerado y, si es posible, que sus cenizas sean esparcidas en el mar, a fin de que nadie pueda tener un recuerdo de este personaje”.
Benedicto Jiménez, un abogado y coronel retirado de la policía que dirigió la captura de Guzmán en 1992, dijo el domingo a la prensa que Perú “nunca se puso a pensar qué hacer con el cadáver en caso que muera en prisión un alto dirigente de Sendero Luminoso para evitar el martirologio”.
Recordó que la ley indica que el cadáver debe entregarse a los familiares y en caso que no los tenga debe ir a una fosa común. “Deben transparentarse las cosas” así el país se evitará problemas, dijo Jiménez tras salir de una misa en la catedral de Lima donde asistió junto a 34 agentes con los que atrapó a Guzmán un 12 de septiembre de 1992 en una casa de Lima.
Sebastián Chávez, abogado de Guzmán, comentó a The Associated Press que según la ley corresponde que le entreguen el cadáver a su esposa Elena Iparraguirre, también integrante de Sendero y condenada a perpetuidad, quien debe decidir si el cuerpo de Guzmán es cremado o enterrado.
“Ella decidirá los pasos a seguir”, dijo el abogado. Precisó que aún no sabe la decisión de Iparraguirre, presa en otra cárcel de Lima. Ambos fueron capturados el 12 de septiembre de 1992 por un grupo policial de inteligencia apoyado por Estados Unidos, tras un seguimiento de varios años.
Guzmán, de 86 años, murió a las 6:40 de la mañana del sábado en una cárcel militar. El ministro de Justicia Aníbal Torres le dijo brevemente a la AP que murió “de una infección generalizada”. Guzmán sufría de psoriasis, una enfermedad dermatológica que enrojece y agrieta la piel. La policía sabía de esta dolencia desde antes de su captura porque los investigadores que seguían sus pasos hallaron cajas de pastillas para tratar esa dolencia en las bolsas de basura de la vivienda donde se ocultaba.