Olvídate del COVID, el VIH o la malaria: en la resistencia a los antibióticos radica una verdadera amenaza a largo plazo para la salud humana en todo el mundo. La resistencia a los antibióticos ocurre cuando los hongos, las bacterias, los parásitos y los virus resisten el embate de los medicamentos que usualmente se utilizan para combatirlos; y cuando la medicina no es eficaz para combatir una infección, el resultado puede ser la muerte.

Tan sólo en 2019, casi 1.3 millones de personas murieron en el mundo a causa de infecciones bacterianas resistentes a los antibióticos, más que el número de personas que murieron de VIH o malaria. Es más: en ese mismo año 4.95 millones de muertes en el mundo estuvieron asociadas con esta resistencia.

Los principales patógenos resistentes

Investigadores de la Universidad de Washington en Seattle analizaron 471 millones de registros de personas, así como la resistencia de 23 patógenos y 88 combinaciones de patógenos y fármacos en 204 países y territorios. Encontraron que hay seis patógenos principales resistentes a los medicamentos que causaron infecciones mortales:

E coli, que suele provocar diarrea, vómito y cólicos, y que en 2019 causó la mayoría de las muertes relacionadas a la resistencia a los fármacos.

S aureus, el más peligroso de los estafilococos, que puede causar infecciones, neumonía o síndrome del shock tóxico.

K pneumoniae, una bacteria relacionada con infecciones urinarias, neumonías y hasta sepsis.

S pneumoniae, también conocido como neumococo y que puede causar sinusitis, meningitis, peritonitis o neumonía.

A baumannii, un cocobacilo que produce infecciones del tracto urinario y del tracto respiratorio inferior.

P aeruginosa, una bacteria que frecuentemente causa neumonía.

Qué se puede hacer contra esta amenaza

La investigación, publicada en The Lancet, señala que para enfrentar el desafío de las infecciones resistentes a los antibióticos es necesario tomar varias acciones, entre ellas prevenir y controlar las infecciones mediante la vacunación, la higiene y el saneamiento del agua potable, especialmente en las regiones del planeta con menos acceso a servicios de salud.

Además, es necesario evitar el consumo de antibióticos cuando no son necesarios para tratar ciertas enfermedades y reducir su utilización en la agricultura y la ganadería.