La crisis humanitaria en Ucrania se agudizó el lunes mientras las fuerzas rusas intensifican su ofensiva y los alimentos, el agua, la calefacción y los medicamentos escasean cada vez más, en lo que el país condenó como un sitio al estilo medieval por parte de Moscú para someter a los ucranianos.

Al concluir la tercera ronda de negociaciones entre ambas partes, un alto funcionario ucraniano declaró que se ha alcanzado un ligero avance hacia el establecimiento de corredores que permitirían la salida de civiles de las zonas de combate. El principal negociador ruso dijo que anticipa que dichos corredores comiencen a operar el martes.

Pero eso está por verse, dado el fracaso de los intentos previos por resguardar a los civiles en medio de la mayor guerra terrestre en Europa desde la Segunda Guerra Mundial.

Ya en la segunda semana de la invasión, las tropas rusas han logrado avances significativos en el sur de Urania, aunque se han estancado en otras regiones. Un alto funcionario estadounidense declaró que varios países sopesan si proporcionan los aviones de combate que ha solicitado el mandatario ucraniano Volodymyr Zelenskyy, o no.

Las tropas del presidente ruso Vladimir Putin continúan sus ofensivas con cohetes sobre zonas urbanas, y en diversos puntos se registran intensos combates.

En una de las ciudades más desesperadas, el sitiado puerto de Mariúpol, cerca de 200.000 personas —casi la mitad de sus 430.000 habitantes— esperaban escapar de la ciudad en el sur del país, y funcionarios de la Cruz Roja se mantenían a la espera de noticias sobre el establecimiento de un corredor humanitario.

La urbe padece escasez de agua, alimentos y electricidad, y las redes de telefonía celular no funcionan. Las tiendas han sido saqueadas en un intento desesperado de los residentes por obtener productos esenciales.

La policía recorría la ciudad, aconsejándole a la población que permanezca en albergues hasta que escuchen mensajes oficiales en el sistema público para dar inicio a una evacuación.

Los hospitales de Mariúpol enfrentan una grave escasez de antibióticos y analgésicos, y los médicos han realizado algunos procedimientos de emergencia sin ellos.

La falta de servicio de telefonía ha obligado a los ansiosos ciudadanos a acercarse a desconocidos para saber si conocen a sus familiares en otros puntos de la ciudad y si saben si se encuentran bien.

En la capital, Kiev, soldados y voluntarios han instalado cientos de puntos de revisión con bolsas de arena, neumáticos apilados y alambre de púas para proteger a la ciudad de casi 4 millones de habitantes. Algunas de las barricadas estaban mejor hechas, con pesadas losas de concreto y costales de arena que se elevaban a una altura de más de dos pisos, mientras que otras eran más escuetas, con cientos de libros apilados como contrapeso a las hileras de neumáticos.

En cada casa, en cada calle y en cada punto de revisión seguiremos luchando hasta la muerte de ser necesario”, sostuvo el alcalde Vitali Klitschko.

En Járkiv, la segunda ciudad más grande del país, con 1,4 millones de habitantes, se registraron impactos de artillería contra edificios residenciales.

“Creo que alcanzó el cuarto piso debajo de nosotros”, dijo Dmitry Sedorenko desde su cama de hospital. “De inmediato, todo comenzó a quemarse y derrumbarse”. Cuando el piso se desplomó bajo sus pies, salió a gatas por el tercer piso, junto a los cadáveres de algunos de sus vecinos.

Klitschko reportó que continúan los intensos combates en la región de Kiev, en particular en los suburbios de Bucha, Hostomel, Vorzel e Irpín.

En el área de Irpín, que lleva tres días sin servicios de electricidad, agua y calefacción, los vecinos vieron al menos tres tanques y dijeron que los soldados rusos estaban incautando residencias y vehículos.

A pocos kilómetros de distancia, en el pequeño poblado de Horenka, donde los proyectiles de artillería redujeron toda una zona a cenizas y vidrios rotos, los rescatistas y residentes revisaban los daños mientras las gallinas picoteaban a su alrededor.

“¿Qué hacen?”, preguntó el rescatista Vasyl Okska sobre los atacantes rusos. “Aquí vivían dos ancianos y dos niños pequeños. Entren a ver lo que hicieron”.

En el sur, las fuerzas rusas continuaron su ofensiva sobre Mykolaiv, abriendo fuego contra la ciudad de medio millón de habitantes en el Mar Negro, según el ejército ucraniano. Los rescatistas indicaron que estaban apagando incendios causados por los ataques con cohetes sobre zonas residenciales.

En La Haya, Holanda, Ucrania pidió a la Corte Penal Internacional que ordene el fin de la invasión rusa, asegurando que Moscú está cometiendo una gran cantidad de crímenes de guerra.

Rusia “está recurriendo a tácticas que hacen recordar los asedios medievales, rodeando ciudades, obstaculizando las rutas de escape y castigando a la población civil con artillería pesada”, dijo Jonathan Gimblett, un miembro del equipo jurídico de Ucrania.

Rusia desdeñó los procedimientos del tribunal, dejando vacíos sus asientos en el Gran Salón de Justicia.

Los intentos por instalar un corredor seguro para civiles el fin de semana fracasaron en medio de los continuos bombardeos rusos. Antes de que comenzaran las negociaciones del lunes, Rusia anunció un nuevo plan y dijo que se permitiría la salida de civiles de Kiev, Mariúpol, Járkiv y Sumy.

Pero esa oferta fue rechazada rápidamente por Ucrania y otros gobiernos como un gesto cínico y vacío, ya que la mayoría de las vías de evacuación son rumbo a Rusia o su aliado, Bielorrusia, que ha servido como uno de los puntos de salida para la invasión.

La viceprimera ministra de Ucrania, Irina Vereshchuk, declaró que la propuesta es inaceptable.

“No conozco a muchos ucranianos que quieran buscar refugio en Rusia. Eso es hipocresía”, señaló el presidente francés Emmanuel Macron en una entrevista con la televisora gala LCI.

En lugar de ello, Ucrania propuso ocho rutas para permitir que los civiles se trasladen a regiones occidentales del país en las que no hay bombardeos.

El lunes, el director de la agencia humanitaria de las Naciones Unidas dijo que la ONU era incapaz de atender las necesidades de millones de civiles ucranianos atrapados en medio del conflicto.

Dirigiéndose al Consejo de Seguridad, el subsecretario general Martin Griffiths instó a crear un paso seguro para que las personas vayan “en la dirección que quieran” y para que la asistencia humanitaria llegue a las zonas de las hostilidades.