Protegidos por el anonimato y seguridad adicional, los jurados escucharon el lunes el inicio de un inusual juicio en Estados Unidos a un exfuncionario federal mexicano acusado de aceptar sobornos para ayudar a los narcotraficantes que debería estar combatiendo.

Después de lanzar un beso a su esposa e hija en la sala del tribunal, Genaro García Luna, quien alguna vez fue el principal funcionario de seguridad pública de México, observaba sin mostrar mucha reacción mientras se pronunciaban los alegatos iniciales. Su caso abarca la política mexicana, el extenso y violento narcotráfico, la incómoda conexión entre ambas esferas, y la relación entre Estados Unidos y México en el combate a las drogas y la corrupción.

García Luna está acusado de aceptar portafolios llenos de efectivo — millones de dólares en total — para permitir que el conocido cártel de Sinaloa operara con impunidad mientras enviaba toneladas de cocaína a Estados Unidos.

”La persona que se suponía que estaba a cargo de luchar contra el cártel de Sinaloa en realidad era su bien más valorado… y con su ayuda, el cártel ganó millones”, dijo el fiscal federal asistente Philip Pilmar al jurado. Calificó a García Luna como “un hombre que traicionó a ambos países: el suyo y el nuestro”.

Agregó que aunque García Luna se hacía pasar en ambos países como un héroe del combate a las drogas ilícitas, se encargó de que el cártel recibiera información sobre las investigaciones, tuviera paso fácil para la cocaína a través de puntos de revisión policiales, y escoltas policiales, y, en ocasiones, incluso insignias oficiales para miembros del cártel. Agentes entregaban cargamentos de drogas personalmente de los aeropuertos, y actuaban como mercenarios para matar a personas que el cártel quería desaparecer, afirmó Pilmar.

Su principal abogado, César de Castro, le dijo a los miembros del jurado que la acusación del gobierno se basa en “rumores, especulación y las palabras de algunos de los mayores criminales del mundo”.

“Ningún dinero, ninguna foto, ningún video, ningún texto, ningún email, ninguna grabación, ningún documento, ninguna prueba creíble, verosímil, de que Genaro García Luna ayudaba al cártel”, dijo el abogado en su alegato inicial. Describió el caso como “un alarde muy público y airado” de un gobierno de Estados Unidos que abandonó a su socio en la lucha contra las drogas.