Con cientos de militares y policías patrullando las calles, la ciudad de Tijuana, fronteriza con Estados Unidos, buscaba el domingo retornar a la normalidad tras ser alcanzada por una ola de violencia que ha golpeado en los últimos días a varias urbes del centro y norte de México.

Las principales vías de la ciudad fronteriza tenían el domingo escasa presencia de transeúntes, vehículos particulares y transportes públicos, y algunos comercios volvieron abrir.

Tras los eventos violentos del viernes, donde presuntos integrantes de bandas delictivas y del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) incendiaron una veintena de vehículos en las localidades fronterizas de Tijuana, Mexicali, Rosarito, Tecate y Ensenada, el transporte público se retiró de las calles y muchos comercios cerraron.

Para hacer frente a la ola de violencia en el estado de Baja California, el gobierno envió el sábado a Tijuana un contingente de 300 elementos de las fuerzas especiales del Ejército y 50 guardias nacionales, dijo a The Associated Press el comisario de la Guardia Nacional en la entidad, Jorge Enrique Martínez Medina.