Las protestas contra el gobierno del presidente Luis Arce no cesan en varias ciudades de Bolivia tras la muerte de un manifestante en el tercer día de una huelga convocada por vendedores callejeros, transportistas y organizaciones opositoras contra proyectos de ley y en demanda de medidas de reactivación económica.

Un manifestante de 22 años murió el martes por la noche en la ciudad sureña de Potosí, informó el Defensor del Pueblo en un comunicado.

El joven sufrió al parecer de una broncoaspiración en medio de choques entre grupos oficialistas que pretendían romper los bloqueos en calles y avenidas y manifestantes antigubernamentales, dijo Juan Carlos Manuel, dirigente del Comité Cívico de Potosí, que convocó al paro.

Las autoridades no han confirmado la causa del deceso.

Varios vehículos fueron quemados en la ciudad, a 410 kilómetros al sur de La Paz, donde la víspera se vivió la jornada más violenta desde que comenzó la protesta nacional. Arce suspendió una visita a Potosí, que este miércoles celebra su aniversario, por “los hechos de violencia”, dijo el portavoz gubernamental Jorge Richter.

Santa Cruz, en el oriente, Cochabamba, en el centro, y Tarija, en el sur, fueron las otras ciudades donde se registraron choques entre policías y manifestantes, que dejaron varios heridos.

Los organizadores de la protesta llamaron a continuar el paro, dijo Rómulo Calvo, presidente del Comité Cívico de Santa Cruz, epicentro de las protestas contra una ley “de lucha contra la legitimación de ganancias ilícitas y financiamiento del terrorismo” que el gobierno impulsa por exigencia de las potencias mundiales y los organismos financieros internacionales.

Las protestas exigen la derogación de la norma, que consideran “confiscatoria”, dijo Francisco Figueroa, dirigente de los vendedores callejeros y pequeños comerciantes, el gremio con más de medio millón de afiliados en un país donde la informalidad está por encima del 70%, según los expertos.

Los manifestantes también reclaman medidas de reactivación para una economía castigada por la pandemia. En tanto, el presidente acusó a los opositores de pretender desestabilizar su gobierno.

Arce cumplió el lunes su primer año de mandato en una Bolivia confrontada y enfrenta un creciente descontento social de sectores aliados que reclaman medidas contra la crisis.

Además, gobierno y oposición están fuertemente enfrentados por revanchismos derivados de la crisis política de 2019, cuando unas elecciones denunciadas de fraudulentas encendieron una protesta social que dejó 37 muertos y precipitaron la renuncia del entonces presidente Evo Morales.

Morales es líder del gobernante Movimiento al Socialismo (MAS), que controla la mayoría en la Asamblea Legislativa, y es acusado por la oposición de influir en el gobierno de su heredero político.