La salud sexual es un aspecto fundamental del bienestar general, aunque muchas veces se le reste importancia. Estudios recientes y testimonios médicos han revelado que la falta de relaciones sexuales regulares y de calidad puede generar impactos negativos en la salud, desde problemas físicos hasta emocionales.
De acuerdo con especialistas, las razones por las que las personas atraviesan periodos de inactividad sexual son variadas. Factores como el ritmo de vida acelerado, la soltería, decisiones personales o convicciones religiosas pueden llevar a que alguien permanezca sin actividad sexual por largos periodos.
Sin embargo, si bien la abstinencia en sí misma no es perjudicial, estudios sugieren que la falta de sexo podría estar vinculada a un mayor riesgo de problemas de salud.
El Dr. Joseph Odhiambo, especialista en salud sexual, señala que el sexo desempeña un papel clave en la estabilidad emocional de las parejas. “Las relaciones sexuales liberan oxitocina y endorfinas, hormonas que ayudan a reducir el estrés y la ansiedad”, explica. Además, la actividad sexual está relacionada con una mejor calidad de sueño y una mayor sensación de bienestar general.
El sexo y su relación con el cerebro
El impacto del sexo en la salud cerebral también es significativo. Investigaciones sugieren que la actividad sexual frecuente mejora la memoria y promueve la neurogénesis, es decir, la creación de nuevas neuronas en el cerebro. Además, el fortalecimiento del vínculo emocional que conlleva la intimidad mejora la comunicación entre las parejas y genera mayor felicidad en la relación.
A pesar de los beneficios, los especialistas advierten que la frecuencia ideal varía de persona a persona. Aunque algunas parejas tienen relaciones a diario, los estudios indican que mantener una actividad sexual al menos una vez a la semana es suficiente para obtener sus beneficios.
En adultos jóvenes, la recomendación médica es un mínimo de dos veces al mes para evitar efectos negativos asociados con la falta de intimidad.
La relación entre la actividad sexual y el sistema inmunológico también ha sido objeto de estudio. Un experimento realizado en estudiantes universitarios encontró que aquellos que mantenían relaciones sexuales una o dos veces por semana presentaban niveles más altos de inmunoglobulina A, un anticuerpo clave para la defensa del organismo.
En el caso de las mujeres en etapa de menopausia, la falta de actividad sexual puede agravar ciertos síntomas. “Sin relaciones sexuales regulares, los tejidos vaginales pueden volverse más frágiles, lo que provoca molestias e incluso sangrado durante la intimidad”, advierte el Dr. Odhiambo. Para mitigar estos efectos, recomienda el uso de lubricantes, humectantes o terapia de estrógeno en dosis bajas.
En los hombres, la abstinencia sexual prolongada ha sido vinculada con un mayor riesgo de cáncer de próstata. Algunos estudios sugieren que la eyaculación frecuente puede reducir este riesgo, aunque la comunidad científica aún debate sobre este tema.
Se estima que el 45% de las mujeres y el 30% de los hombres experimentan algún tipo de dificultad en su vida sexual. Entre los problemas más comunes están la falta de deseo, la dificultad para alcanzar el orgasmo, el dolor durante el acto sexual y la disfunción eréctil.
Factores como el estrés, la ansiedad, los problemas de pareja e incluso algunos medicamentos pueden influir en el desempeño sexual.