La tragedia vivida con el derrumbe de un edificio en Miami Beach, ha puesto sobre el tapete el tema del duelo ante la muerte y los desastres.

No es recomendable esconder estas situaciones a los niños, primero, porque son parte de la vida; segundo, porque el bombardeo que hay en los medios de comunicación y en las redes sociales es fuerte y hace imposible que los niños no se enteren. Esto hay que tomarlo muy en cuenta, porque a ciertas edades algunas de esas imágenes pueden hacer daño al niño.

No importa la edad. Ellos están más capacitados para vivir los duelos, de una manera espontánea, que los adultos. Solo necesitan que los padres le permitan expresar sus emociones, y no le envíen mensajes como “no llores” o “los niños grandes no lloran”. Eso es lo mismo que decirles que deben negar, reprimir y evitar lo que sienten.

Lo que sucede cuando a un niño no se le permite expresar de forma natural su tristeza y miedos, ante la muerte de un ser querido o un accidente donde muchas personas mueren, es que se le impide usar sus recursos para manejar su duelo. Se puede tornar agresivo, ansioso, irritable, inquieto. Si él puede amar, también puede llorar y extrañar a una persona que amaba. Los adultos deben dejar salir lo que sienten, en vez de intentar “enseñar” al niño cómo vivir su duelo. Esto podría ocasionar todo lo contrario y subir la resistencia a dejar salir sus emociones.

La edad de los niños debe ser tomada en cuenta. Por ejemplo, los niños de dos a tres años tienen un “pensamiento mágico” y creen que son responsables de lo que pasa. Si está molesto con un amiguito y este se enferma y muere, si tuvo problemas o estuvo molesto con él, piensa que le provocó la muerte.

Muchos padres creen que los niños no entienden esto, pero es totalmente falso. Ya a los seis meses, los niños lloran y se desesperan con no ver a mamá. Creen que si no la ven, esta nunca volverá. Estos temas se deben abordar, según la edad del niño.

Lo que no se debe decir:

 1) Explicar la muerte como un cuento:

Crea confusión en la mente del niño y quizás le provoque muchos temores. La muerte es algo verdadero, no que un ángel o una hada madrina venga a buscarnos.

2) Decir que quien murió se fue de viaje:

En un principio puede causar alivio al niño, pero tarde o temprano sabrá la verdad y entonces aparece el resentimiento (por haberlo engañado) y mucha ansiedad.

3) Contarle que Dios se llevó al cielo a esa persona, porque era muy buena:

El niño pensará si ser bueno realmente ocasiona la muerte, ya que por eso te mueres y él no te vuelve a ver. Se cuestiona la “bondad” de Dios, que se llevo a sus amigos o a sus padres. Desarrolla rabia contra Dios.

 

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